Tecomatlán y Huitzilan de Serdán son pueblos hermanos, no sólo porque forman parte de la geografía poblana, sino porque, esencialmente, han vivido las mismas vicisitudes que sufren todos los pueblos del mundo y del país, que buscando sacudirse el cacicazgo expoliador y asesino, se organizan y luchan, para arribar a un estadio de progreso y desarrollo, que les permita vivir una vida digna.
Así, Huitzilan de Serdán, después de sufrir a manos de la UCI (Unión Campesina Independiente, financiada, material, económica y políticamente, por la familia Aco) más de l30 asesinatos, cuyos autores materiales e intelectuales, hasta la fecha, no han recibido su justo y merecido castigo (porque pseudo organizaciones defensoras de derechos humanos actúan en contubernio con el Gobierno del Estado, para defenderlos a capa espada, disfrazándolos de luchadores sociales); vive hoy un desarrollo social y material, que lo ubica -sin lugar a dudas- como uno de los municipios de la Sierra Norte que más progreso y bienestar ha logrado para su ciudadanía.
Agua potable, drenaje, calles pavimentadas, guarniciones y banquetas, luz eléctrica, zócalo, auditorio, digno edificio municipal, abasto suficiente y barato, educación desde kinder hasta Normal, beneficio de café, carretera de acceso pavimentada, etc., forman parte de la interminable lista de obras que Huitzilan de Serdán, bajo la dirección de ayuntamientos antorchistas, ha logrado. Si hoy se continúa atacando físicamente a nuestros compañeros, se les calumnia y se da una falsa imagen de este limpio y gigantesco trabajo, es porque se busca acabar con este intento organizativo único, que se está convirtiendo en “mal ejemplo” para los pobres de la sierra y en un peligro real para la permanencia en el poder de caciques explotadores.
Tecomatlán, municipio de la baja mixteca poblana, era, no un pueblo feo, sino horriblísimo (según palabras de Don Gabriel Sánchez Andraca). Progreso, bienestar y libertad no existían en la población y el uso de estos términos entre la gente, constituía un delito. Para volver a hacerlos suyos y convertirlos en realidad, el pueblo organizado en Antorcha Campesina tuvo que sufrir la muerte de más de 35 miembros (crímenes también impunes), sacrificio que ha hecho de Tecomatlán un oasis en la mixteca. Drenaje, agua potable, hospital, adoquinamiento de calles, zócalo, parques, jardines, teléfono y sistema educativo (que abarca desde una ludoteca hasta el nivel profesional), unidad deportiva, plaza de toros, auditorio, restauración de la iglesia, edificios municipales y del DIF, forman parte de la inacabable lista de obras que l2 ayuntamientos antorchistas han logrado. Todo, con la única intención de convertir a Tecomatlán en el ejemplo palpable de lo que nuestra organización anhela para todos los pueblos de México.
Me he atrevido a enumerar prolijamente todos estos avances, para dejar perfectamente claras dos cosas: Primera, la planeación y realización de las obras enumeradas es prueba irrefutable de que Antorcha Campesina es una organización política, cuyo principal y único objetivo es la superación y mejoramiento de vida del pueblo pobre de México. Esta titánica labor sólo la puede hacer una organización con una dirección inteligente y honrada, con principios y objetivos claros, que sabe lo que quiere y cómo lograrlo, y con profundo raigambre social. Por tanto, las afirmaciones de que somos una organización violenta, sojuzgadora y explotadora del pueblo, son una vil y cobarde mentira. ¿Puede una organización con estas características hacer la inmensa obra social que ha realizado Antorcha? Claro que no. Nuestro trabajo avala nuestra conducta.
Segunda, es absolutamente incuestionable que, para lograr este desarrollo tan amplio en tan poco tiempo, se requiere de un manejo escrupuloso y una aplicación honrada de los recursos públicos. Para nadie es desconocido que una de las causas que explican el atraso de siglos en que vive la inmensa mayoría de nuestros pueblos es el mal manejo que de los recursos económicos hacen los funcionarios públicos. Entonces, si Antorcha Campesina ha logrado tan importante desarrollo en los municipios que gobierna, esto es producto de la honradez con que se manejan las finanzas públicas. Por tanto, no es forzar la lógica si concluimos que las afirmaciones del presidente municipal de Jopala, en el sentido de que “nos dio dinero” para sostener el plantón en Caso Aguayo no son más que calumnias, aconsejadas desde Gobernación, para desprestigiar a nuestro movimiento. 35 años luchando contra la pobreza y la corrupción en México son nuestro mejor aval. Ni más ni menos.