La fiebre de destapes que se ha desatado al interior del gabinete de Mario Marín, a pesar de que en algunos casos se trata de auténticas bromas de mal gusto, se da como consecuencia lógica de la lista de nombres que el mismo gobernador perfilo hace algunos días.
El gobernador fue quien los echó a correr, quien los metió a la puja y ahora, en aras de la congruencia, están obligados a manifestar abiertamente supuestos proyectos políticos personales que en algunos casos de plano ni existían.
Para otros, esto significó el banderazo de salida oficial para echar a andar elucubraciones fantásticas, sueños de opio que parecen a todas luces irrealizables y escenarios poco probables de divisiones internas que los podrían perfilar como terceros en discordia.
Vaya lógica.
Ahora resulta que la gran mayoría de los actuales secretarios se sienten con los tamaños como para amarrar la candidatura al gobierno de la ciudad, cuando algunos no han hecho más que el ridículo al frente de las dependencias que encabezan.
Por favor.
Y los que faltan.
No le extrañe que hasta el jefe de intendencia y la señora del aseo de alguna instancia estatal, levanten también la mano para ser considerados como precandidatos a la alcaldía de Puebla.
Ahora bien, cuando los destapados son cuestionados en torno a qué tan serias son sus aspiraciones, todos, absolutamente todos responden que mucho y niegan ser comparsas en un proceso interno que seguramente privilegiará el dedazo antes de la siempre riesgosa y cada vez más incómoda consulta a la base.
Si esto es así ¿qué pasa con su actual responsabilidad en el servicio público?
¿Se darán cuenta que al reconocer sus aspiraciones, están aceptando el riesgo de condenar al gobierno de Mario Marín a una potencial parálisis en la recta final de su administración?
No, seguramente no.
Es tanta su ansia de apuntarse para negociar algo que les permita seguir viviendo del presupuesto o bien buscan a como dé lugar desmarcar al “delfín”, que pierden de vista el monumental ridículo que están protagonizando.
Allá ellos.
Por cierto ¿se ha dado cuenta que en el caso del candidato a la gubernatura, nadie se mueve?
De no ser los que saben de antemano que tienen ninguna posibilidad y entran a la lógica de intentar vender caro su amor, nadie, absolutamente nadie se atreve a hacerle sombra a López Zavala.
¿Dan por hecho la nominación y no quieren correr el riesgo de equivocarse?
No cabe duda que sería sano, muy sano, que se escuchara fuerte su voz.
¿No cree?
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