22-11-2024 08:41:31 PM

Pérdida de ingreso del consumidor en Puebla

El empleo es la variable más lastimada de la crisis, más en aquéllas economías que tienen entre sus “ventajas”, abundante mano de obra y barata. El mal se devuelve a la sociedad por la vía del mercado; la economía se orientó a satisfacer los mercados de exportación explotando ventajas locacionales débiles en zonas urbanas, en consecuencia el volumen de las rentas, de los salarios y la derrama económica de la que se nutre el sector terciario, estuvieron sujetos a estímulos externos, vulnerables a la coyuntura.

Hay que tomar en consideración algunos aspectos estructurales: el país completo es tomador de precios, tenemos dependencia alimentaria desde la década de los ochenta, las empresas ejercen la aplicación tardía de innovaciones técnicas, el capital humano emigra y materializa con sus capacidades, sus necesidades de ingreso personal. Existen prácticas oligopólicas que mantienen altos los precios y los servicios con mala calidad; como tales zonas metropolitanas, siguen siendo 3 que concentran ventajas competitivas: Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, las demás ciudades actúan como nodos, con una difusión incompleta de procesos que se alimentan centralmente desde sus fuentes de abasto, financiamiento y distribución.

El salario depende de la productividad, en un contexto de producción material restringida es posible medir el excedente, pero qué pasa cuando la economía descansa en procesos de intermediación. Los comerciantes no pueden exceder el margen de utilidad que obtiene la industria, al elevar el precio de las mercancías como ocurre en Puebla, sobre el nivel de otras plazas, se lastima el ingreso de las familias y de las empresas que demandan servicios locales; en consecuencia se reduce la productividad, se reduce el tamaño de mercado y ante shocks externos resulta más difícil superar la coyuntura.

Hay miles de personas que perdieron su trabajo con un perfil calificado, para ingresar de súbito al sector terciario; hubo quienes aportaron parte de su patrimonio, no se emplean a sí mismos, regalan su tiempo para obtener ingresos de los márgenes de intermediación. La carestía de esta plaza es insalvable, pero la decisión de los consumidores no, que pueden penalizar con su decisión de compra a la tienda o comerciante abusivo, por períodos prolongados de tiempo. Las personas que trabajan como asalariados directos del comercio padecen desde hace 3 años ingresos reales a la baja, es frustrante para una persona con preparación, quedar detrás de un mostrador y realizar simultáneamente funciones de limpieza, hacerla de cargador y soportar otros abusos que incluyen el trabajo sin paga.

El anuncio de la recesión internacional se hizo en la última semana de septiembre 2008, los avisos se hicieron efectivos en Puebla a partir de noviembre pasado. El empleo medido por el número de trabajadores asegurados del IMSS cayó de un máximo de 426 mil en octubre 2008, que implica el nivel más alto en 7 años y 11 meses, a 425 mil en noviembre, 413 mil en diciembre y 409 mil durante enero 2009, que es el nivel más bajo en 21 meses consecutivos.

¿Qué va a pasar con los que perdieron su empleo? Desde luego tienen necesidades de ingreso que van a satisfacer en la economía informal, en condiciones laborales distintas y con penalización del ingreso personal; la pregunta relevante es, en qué momento encontrarán oportunidades, cuánto tiempo van a estar parados y en qué tiempo vacían su liquidación o ahorro. Para los catastrofistas, la pérdida de empleo suele medirse por variación anual, que alcanza en Puebla -1 por ciento, es la primera vez que ocurre en 4 años y 7 meses; entre tanto, con todas sus limitaciones, hubo generación neta de empleos formales.

Con base en el promedio diario del salario base de cotización al IMSS en Puebla, se conoce que éste alcanzó su mayor nivel en diciembre pasado con $204.10 y variación anualizada de 3.8 por ciento. Este dato es representativo de la derrama salarial negociada con los patrones; hay trabajadores que ganan más y que obtuvieron mejores incrementos salariales, pero a la hora de concurrir al mercado, lo que cuenta es el efecto agregado.

Independientemente de lo que gane una persona, tiene la expectativa de comprar más o menos la misma canasta de bienes y servicios, con su ingreso personal, en el nivel que tenía cuando menos el año pasado; de ahí la pertinencia de la variación anualizada del salario. Comparando la trayectoria de las variaciones anuales del salario medido por esta fuente, y del índice de precios al consumidor de la Ciudad de Puebla, se advierten pérdidas netas para el trabajador desde septiembre 2006.

Los fenómenos de mercado penalizan el poder adquisitivo, lo que sería tolerable para los asalariados mientras no exista persistencia. Hubo caída del ingreso personal por diferencia del incremento anual del salario con la tasa de inflación anual, de manera sucesiva, de septiembre 2006 a febrero 2007, luego hubo una apreciación del salario real, cacareada mes a mes en informes ejecutivos de la Secretaría de Hacienda y el Banco de México, que en Puebla se pudo mantener durante 12 meses. Sin embargo retornó la pérdida para el consumidor desde marzo 2008 estableciendo una trayectoria divergente: incrementos salariales netos a la baja y precios al alza, lo que penaliza con más de 3 puntos porcentuales de junio a octubre 2008, en el poder adquisitivo del consumidor, y para el mes de diciembre con -4.5 por ciento.

Se calcula que la derrama económica de los trabajadores asalariados, afiliados al IMSS en zonas urbanas pasó de 30 mil 296 a 32 mil 001 millones de pesos entre 2007/2008. Aplicando el índice de precios al consumidor, se advierte reducción de -0.6 por ciento, esa pérdida la resintió además el comercio poblano. ¿Cuál es la situación para los trabajadores no asegurados, y para los que se desempeñan en la economía informal?, la respuesta es: previsiblemente peor, no para todos pero sí en la mayoría de casos.

La pérdida efectiva del ingreso personal se compensa en alguna medida con transferencias que provienen de otros miembros de la familia, remesas, y dádivas en especie del Estado. Los que no compensan, simplemente se hunden en la pobreza y en su caso, tienen que aportar 2 o más personas para el sostenimiento del hogar. Los programas de emergencia no van a resolver la crisis estructural del empleo ni las necesidades de ingreso de los trabajadores. Por su parte el mercado puede regular la persistencia de la carestía y en una vía más lenta, los trabajadores podrán negociar y conseguir aumentos sustantivos del salario. Hay condiciones objetivas para medir el descontento de la población, ya que el mercado y aun el esfuerzo propio, no alcanzan para resolver sus necesidades, ni satisfacer sus expectativas en el mediano plazo.

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