Estamos a menos de 2 meses de que se lleven acabo los comicios para elegir a los nuevos diputados federales en nuestro estado; todo parece indicar que al gobierno estatal poco le interesa que el partido que lo llevó al poder obtenga nuevamente el triunfo. Varios analistas políticos han coincidido en señalar que, en algunos distritos, los candidatos del PRI no tienen asegurado el triunfo; ello, fundamentalmente, por su falta de arraigo entre los habitantes a los que pretenden representar. Si a eso le añadimos que las autoridades municipales y estatales priístas no han sabido ganarse la voluntad de sus gobernados, sino que, por el contrario, han provocado entre descontento, desilusiones e inconformidades, me pregunto ¿acaso no hay interés ganar esta elección?
Por si el desinterés de los actuales gobernantes fuera poco, se está asegurando una derrota al tratar a los priístas interesados en el triunfo como apestados, al no atender sus demandas, como ocurre con los poblanos de la Sierra Mixteca, Norte, Negra y del centro de capital. Todos ellos priístas convencidos y preocupados en que para estas elecciones su partido se levante con el triunfo total (carro completo dirían los clásicos). Muchos de ellos son los encargados de promover el voto del PRI entre sus paisanos y, todos, a una voz, en el platón que mantienen -desde hace 2 semanas- frente a Casa Aguayo, se preguntan cuando pasan al micrófono: “¿cómo le voy a decir a mi gente que vote por el PRI si no nos resuelven?”, “¿con qué cara llego con la gente a pedir el voto por un partido que nos maltrata, por un partido que no le exige a sus militantes que cuando lleguen al poder se dediquen a resolver las demandas de los más pobres?”
Aunada a esta denuncia pública y reclamo de los plantonistas de Casa Aguayo, en días recientes, nos amanecimos con la noticia de que miembros del PRI (en concreto de la CNC) se inconformaron por la falta de obras en el municipio de Izúcar de Matamoros, gobernado por otro priísta que se viene a sumar a la lista de presidentes municipales caciquiles (de Acatlán de Osorio, Guadalupe Santa Ana, Tehuitzingo y Tlapanalá, todos priístas), y que tienen un denominador común: se han dedicado a despilfarrar el erario y a no atender las demandas de sus gobernados, con el beneplácito de la Secretaría de Gobernación y su titular, además de la protección de uno que otro secretario estatal y también de un aspirante a diputado por la mixteca poblana.
También los cenecistas acusan al edil de Matamoros de no estar haciendo obras y de que utiliza la misma muletilla que el servicio de Gobernación les dice a todos los pobres de Puebla: “no hay recursos”. Curioso ¿no? Curioso, porque sí hay dinero para festejar en grande que “el Puebla” se haya salvado, para continuar con La Célula y para apoyar a la iniciativa privada. Sólo que eso no garantiza el triunfo en las próximas elecciones. El triunfo lo garantiza, sobre todo, el llamado voto duro: los campesinos, esos a los que les están negando hospitales, calles, escuelas y bordos (que eviten que en estas épocas de lluvias pierdan su patrimonio e incluso la vida).
Para ellos no hay dinero, ¿verdad secretario de Gobernación? Hay 10 millones de pesos para incentivar el turismo. Hay condonación de impuestos a los empresarios, eso sí hay. Para que los pobres tengan mejores condiciones de vida, para eso no hay. Así pues, todo pareciera ludiar, insisto, en que a la actual administración no le interesan estas elecciones ni las que vienen un año más tarde. O me equivoco, tal vez si le interesan, pero para que gane el PAN. ¿Será? Al tiempo.