Dirigente estatal del Movimiento Antorchista
Mi niñez y mi juventud trascurrieron en un ambiente de rebeldía. Mi padre, amante de la música, fue determinante en mi fuerte amor por ella; en un principio, y después en los años 60, me vi francamente influido por el rock de los Beatles, que, como todos sabemos, fue la expresión suprema de rebeldía juvenil de aquellos tiempos, que rompía con muchos esquemas y barreras sociales como no se había visto nunca hasta entonces; también los vicisitudes revolucionarias de esos tiempos: el movimiento estudiantil del 68, la Revolución Cubana, la exaltación de la figura aventurera y rebelde del Che Guevara, determinaron mi formación ideológica y me hicieron buscar en mi juventud una alternativa revolucionaria de vida que, en los años mozos de aquella época, eran casi una consecuencia natural e inevitable entre la juventud; fueron dos o tres corrientes “izquierdistas” las que me cautivaron y por las que en algún momento se inclinaron mis simpatías, pero la fortuna me colocó al lado de Aquiles Córdova, una de las inteligencias más impresionantes que ha dado México, no sólo con ideas revolucionarias, sino con acciones prácticas, por demás osadas, planeadas con gran maestría estratégica y táctica.
Emprendimos juntos la trasformación de la Escuela Nacional de Agricultura en Universidad y, aunque parecía imposible, logramos nuestro objetivo; paralelamente, nos propusimos dar la lucha denodada en contra de la marginación y sometimiento caciquil en el pueblo de donde él es originario, puesto que sus paisanos acudieron a Chapingo a pedir apoyo contra el fraude electoral del que fueron víctimas; decidimos apoyar decididamente la lucha justa de sus paisanos, y así iniciamos, sin saberlo, un gran movimiento popular, justamente hace 35 años, en un pueblito escondido de la Mixteca Baja poblana, donde surgió Antorcha Campesina, a partir de un grupo de campesinos inconformes y cansados de ser gobernados y sometidos por una familia de caciques que siempre presumió de su relación con las estructura del poder. Con la asesoría y el apoyo decidido del ingeniero Aquiles Córdova y de algunos otros profesionistas, hijos ilustres de Tecomatlán, se dio inicio a una de las leyendas más controvertidas de los últimos tiempos.
Nuestra organización, Antorcha Campesina, surgió en Tecomatlán, en 1974, y, a partir de ese año, comenzó a ser el elemento transformador necesario de los municipios más pobres y marginados de la Mixteca poblana; estos triunfos, que llevaron agua potable, electrificación, educación secundaria técnica, etc., provocaron que la Antorcha irradiara en los pueblos y estados circunvecinos que padecían la misma aguda marginación social y política. El experimento tecomateco, con sus éxitos y miles de dificultades, se fue convirtiendo en ejemplo para campesinos y capas populares inconformes y rebeldes con su pobreza; primero acudían temerosos a Tecomatlán a pedir ayuda, sabedores -muchos de ellos- de los riesgos que esto conllevaba. Así pues, a pesar de los diques y valladares oficiales siempre interpuestos, Antorcha Campesina arribó al estado de México, Michoacán, Veracruz, Hidalgo, y otras entidades.
A principios de los 80, empezó a cautivar a los colonos pobres, quienes, sin duda, son los núcleos poblacionales donde la miseria es más lacerante, pero, como su estructura política local es más impenetrable, se nos dificultó, al inicio, su organización para que exigieran mejores condiciones de vida.
Para 1984, Antorcha Campesina había sufrido embates y arremetidas feroces en Tecomatlán, como los asesinatos salvajes y cobardes del niño Edgardo Amílcar Campos y de la profesora Clara Córdova Morán, y esposo, a manos de los caciques más retrogradas y desalmados del municipio, que gozaban sin duda de la protección oficial. Pero estas acciones criminales fueron sus últimos desesperados intentos por frenar al impetuoso movimiento campesino, que había tomado forma; Antorcha se había ya extendido a la Sierra Norte, a la capital poblana, a la Mixteca alta y a varios estados del país, entre los sectores sociales más pobres.
Antorcha Popular apareció en las ciudades; el compañero Wenceslao Victoria Soto, en Michoacán, tuvo su primera experiencia exitosa en la colonia Tierra y Libertad. El movimiento irradió con éxito en la zona oriente del estado de México (el Cerro del Tejolote, municipio de Ixtapaluca y Chimalhuacán, en el municipio del mismo nombre) y la fuerza antorchista se diseminó rápidamente en las zonas periféricas de las grandes ciudades -Puebla, Veracruz, SLP, etc.-, por su lucha en el terreno de la vivienda, la educación, la salud, y otros servicios básicos. Ya desde antes, el Movimiento Antorchista había librado batallas importantes contra le educación elitista, por hacerla popular y democratizarla: la Universidad Autónoma Chapingo es una de las muestras más importantes de los grandes triunfos obtenidos por los estudiantes organizados y dirigidos por el ingeniero Aquiles Córdova.
Pero el accionar en el terreno educativo no se constriñó a la lucha en universidades, sino que se dio a la tarea de incidir en todos los ámbitos de la educación, promoviendo la formación y funcionamiento real de escuelas -primarias, secundarias, preparatorias- y la formación de casas de estudiantes en todos los estados de la república, con el único fin de acercar la educación profesional a las clases marginadas del campo, dándoles una opción para que los que acuden a la ciudad a buscar educación universitaria cuenten con un techo y materialicen su anhelo de formación universitaria. En 35 años, son muchos los logros que podemos festejar; logros obtenidos logrados con nuestra gestoría, con nuestro diario accionar con nuestras batallas, muchas de las cuales nos hemos visto obligados a librar con sinsabores, tropiezos y obstáculos difíciles. Pero, sin duda, nuestro triunfo más importante, el que nos incita y nos motiva a seguir adelante, es haber penetrado en la conciencia de los pobres de México, a pesar de todos los pesares. ¡Enhorabuena antorchistas de México!, los más de cien mil antorchistas poblanos, con alegría y convicción, seguiremos en la trinchera que nos toca defender.