19-04-2024 11:30:24 PM

Cochinos contra marranos

Si bien son los cochinos los que tienen de cabeza a todo el país con su ya tristemente célebre fiebre, son los marranos- los de dos patas por supuesto- quienes hoy lucran con la emergencia sanitaria.

La epidemia de influenza porcina nos ha mostrado la cara más dura del abuso, de la especulación y del más descarado mercantilismo posible, ese que aprovecha los momentos más álgidos de una emergencia nacional para embolsarse una cantidad de dinero extra.

¿Qué puede haber más asqueroso que esto?

Cuadruplicar el precio de los, hoy tan socorridos tapabocas, en cientos de establecimientos comerciales de la ciudad y “ordeñar” las bodegas de algunas instancias públicas del sector salud para venderlos en las esquinas en siete y hasta diez pesos cada uno, son dos muestras contundentes de lo anterior. Sin embargo, el potencial de lucro en medio de esta crisis es, desgraciadamente, mucho mayor.

 A través del internet, supuestos laboratorios reconocidos a nivel internacional ofrecen milagrosas vacunas contra el virus C de la influenza, previo pago de 500 pesos la dosis, cuando las mismas autoridades de Salud en el mundo reconocen que podría desarrollarse la vacuna contra este mal, pero después de un plazo mínimo de seis meses.

Sobra decir que el pánico generalizado y las dudas reales que todavía existen sobre esta enfermedad en amplios sectores de la población, han convertido al engaño en una auténtica mina de oro para los estafadores.

Además, por la misma vía, se ofertan una serie de “anti-virales” que en teoría combaten frontalmente al virus, que se venden a través de nombres exóticos, y que son completamente ajenos a los únicos recomendados por la Secretaría de Salud: Zanamivir y Oseltamivir, que por cierto se reparten también gratuitamente en pacientes que han sido diagnosticados oficialmente con la enfermedad.

Increíble ¿no cree?

¿Dónde quedó aquella sociedad civil, siempre consciente, siempre solidaria y lista para sumar esfuerzos para ayudar en casos de emergencia?

Qué lejos parecen ahora las respuestas ciudadanas después de los sismos o los huracanes.

Lo absurdo de estos tiempos modernos es que estábamos acostumbrados a que la sospecha de la corrupción y los abusos en medio de desastres recaía siempre en los gobiernos y no en los ciudadanos.

Ahora, dude hasta de su propio vecino, él puede ser el próximo millonario gracias a la desgracia ajena.

 

latempestad@statuspuebla.com.mx

 

 

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