Visitadora de la Comisión Estatal de Derechos Humanos
El Día Mundial de la Salud se celebra cada 7 de abril para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948. Cada año se centra en concientizar en todo el mundo la problemática que viven sus habitantes respecto de su propio ser, el año pasado por ejemplo abordó el impacto que crea el cambio climático en la salud de todos los seres vivos a efecto de proponer una política preventiva, asimismo, en este año se centra en la necesidad de hacer que los hospitales e instalaciones de salud estén seguros frente a los desastres y otras emergencias, sin embargo, deberá quedar latente como una prioridad que este rubro no sólo debe implicar su seguridad, sino también el no olvidarnos que existen poblaciones carentes de servicios médicos.
Lo conceptos de derechos humanos y salud se encuentran íntimamente ligados, pues debemos entender el de salud, como el estado de completo bienestar físico, mental y social de cada individuo, pero también se debe reconocer que la salud o el estado de salud pueden ser definidos únicamente en términos de las expectativas y objetivos que cada persona tenga, asimismo, en el aspecto físico puede describirse, también, como el estado de no dolor, no tener lesiones, síntomas de enfermedad o daños; poder movernos, hablar, respirar, mirar, oír y sentir; comer, tocar, dormir y descansar; es decir, no estar imposibilitados para realizar ninguna de las funciones de nuestro organismo.
Ahora bien, una vez definido la salud, debe decirse que la protección y el cuidado de la misma no sólo son un derecho inherente a las personas, sino que constituyen una obligación moral, tanto del Estado como de toda la sociedad. De tal manera que su inclusión como una garantía individual y como derecho humano implica su protección a través de todos los medios legítimos para hacerlo, justificando como siendo un bien jurídico de toda sociedad los Organismos Protectores de Derechos Humanos, velarán en todo momento porque sea protegido y reconocido.
La mayoría de los problemas de salud que se presentan en la persona tienen su origen en su manera de pensar. Muchas enfermedades son producidas por el estrés y la preocupación y los malos hábitos. Eso quiere decir que antes de sanar nuestro cuerpo debemos sanar nuestra mente a partir de una reprogramación y generación de buenos hábitos, la buena disposición de la gente por aplicar a su vida mejor calidad y alejarse de conductas nocivas que deterioran su salud física y mental “Pensar Bien para Vivir Mejor”.
Creo firmemente en la idea de que antes que trabajar el cuerpo hay que trabajar la mente para que haga que el cuerpo responda positivamente a todo lo que se pueda hacer para tener una buena salud. Es decir que la dificultad más grande de una persona para mantenerse en buen estado de salud es su falta de voluntad y constancia frente a las actividades y sacrificios que debe hacer para lograr este fin.
Por lo anterior, es necesario primero educar nuestra mente para que esas actividades se vuelvan parte de nuestra vida y que nuestro cuerpo y nuestro pensamiento estén acostumbrados a ello y eso sólo se logra cambiando nuestra manera de pensar y generando nuevos hábitos a través de la visualización y de la programación mental.
Es decir que las buenas costumbres y todas las cosas que podamos hacer para mejorar nuestra salud deben estar primero en nuestra mente y en nuestro subconsciente para que cuando lo hagamos en realidad sea como si hiciéramos una tarea habitual.
Programa tu mente para que tu cuerpo sea consecuente con esos hábitos sanos. El participar activamente en mejorar y solucionar los problemas relacionados con este ámbito es tarea de todos, ejercitemos nuestros derechos.
