Olvídese de la iniciativa de reforma constitucional local que presentó hace un par de días el líder de la bandada priista.
Olvídese también de las reacciones, las críticas y los análisis que generó.
Archive todo esto como un capítulo más del anecdotario político poblano.
El documento real que este día se votará en el Congreso tendrá el voto a favor de todos, absolutamente todos los diputados del Revolucionario Institucional.
Los artículos que dividían opiniones han sido modificados radicalmente.
Por ejemplo, el 26.
Más allá de incluir el reconocimiento de la Familia (así, con mayúsculas) como la institución central de cohesión política y social y resaltar su importancia en la “transmisión de valores culturales, éticos y sociales” necesarios para el desarrollo personal, se propone que “los poderes públicos garantizarán su desarrollo integral con sus derechos y obligaciones”.
Muy bien.
Ahora ¿qué se entiende en esta iniciativa por Familia?
Si bien la primera apelaba al concepto de “familia tradicional”, la formada por papá, mamá e hijos, el nuevo documento, en el apartado I del mismo artículo, si bien no lo manifiesta explícitamente, habla de “Su forma de organización”.
De esta manera, se incluye también a familias conformadas sólo por la madre o el padre o inclusive a las formadas por parejas del mismo sexo.
En el inciso III del mismo artículo, se garantiza el derecho que tiene toda persona a decidir cuántos hijos tener, además de cuándo y cómo tenerlos.
Lo interesante de este punto es que, implícitamente, el Estado se compromete a otorgar a los ciudadanos todas las facilidades necesarias para ejercer plenamente este derecho, lo que supone la obligación de proveer cualquier método de anticoncepción que se le requiera, incluyendo por supuesto la polémica píldora del día después.
En donde sí no se dieron cambios (ni se iban a dar en un año electoral) fue en el inciso IV, en donde se establece que “La vida humana debe de ser protegida desde el momento de la concepción, hasta su muerte natural, salvo en los casos previstos en las Leyes”.
De esta manera se elimina contundentemente la posibilidad de debatir sobre la despenalización del aborto y la muerte asistida.
Dos temas que, por más que se pospongan, nuestros legisladores algún día tendrán que enfrentar.
LA LÍNEA LLEGÓ…Y QUIETOS TODOS
La polémica duró poco, tan sólo lo necesario para sazonar un poco la cada vez más desabrida actividad legislativa poblana.
Así tenía que ser.
En una estructura rígida, vertical, en donde de antemano cada uno de sus integrantes conoce, acepta y está dispuesto a jugar el papel que se le asigne, pensar en una fractura real, auténtica, que tenga como consecuencia un enfrentamiento de ideas, opiniones y puntos de vista sobre un tema determinado, resultaba francamente demasiado atractivo.
Alguno de los actores de esta puesta en escena que se llama “división de poderes” (llámese Othón Bailleres o Pablo Fernández) se salió del guión y por un momento la trama de la historia prometía un desenlace inesperado para el público, el director, el productor y sobre todo, para quien escribió el libreto.
Al final las aguas tomaron su nivel.
La falsa unidad regresó y con ella la homogeneidad que produce tranquilidad y confianza a quienes están condenados a callar y obedecer.
Así se formaron políticamente.
Así han sobrevivido hasta ahora.
Así esperan trascender el trienio.
Sin embargo, este breve pero refrescante aire de libertad legislativa nos enseñó quién es quién al interior de la bancada tricolor y qué personajes ajenos al congreso local son los que tienen realmente los hilos de la “gobernabilidad” poblana.
latempestad@statuspuebla.com.mx