23-04-2024 02:48:04 AM

Memoria de un informe

 

1.- Tengo el privilegio de conocer al tal Gabriel Sánchez Andraca fundador de Cambio desde antes que naciera. Toda vez que nuestra memoria genética está vinculada a las grandes vastedades de rocas, brezales, arácnidos (de cinco variedades que van desde el inocuo piquete de uno, pasa por el que se cura con un huevo crudo ingerido con un barrilito Okey de limón, y llega hasta el inmortal matador rubio, que con un piquete de ácido fórmico nos pone al borde de la muerte o nos mata).

2.- Con su sangre e inteligencia calentana, Sánchez Andraca narró ha tiempo los sucesos acontecidos en Jolalpan, municipio perteneciente a Puebla. Donde se viste la gente como en Guerrero, come como guerrerense, se comporta como si estuviese en ese estado, y paga impuestos, se educa y deambula en territorio poblano.

3.- Fuí designado por mi superior jerárquico hace años a representar al Ejecutivo Estatal de esos mismos días al informe rendido por el munícipe.

La ceremonia empezaría a las doce horas rezaba el programa, y yo debería pronunciar al final del informe un sentido y felicitador mensaje de apoyo inter-institucional.

4.- Llegué quince minutos tarde cuando el informe ya estaba siendo leído por alguien que no era el presidente municipal, sino por un encargado de buena presencia y de buena voz.

Al centro de la mesa principal que no presidium, estaba una persona muy mixteca, yó, casi idéntico a ella: Achaparrado, prietón cenizo, torax amplio, extremidades breves y con una cintura escapular del mismo tamaño que la cintura pélvica lo cual lo hacía cuadrado.

La panza similar a la mía permitía que sobresaliera la banda tricolor como si fuese el Presidente de la República.

5.- Serio y mas que ello: Ceñudo, viendo siempre al frente como los antigüos políticos profesionales republicanos, escuchó (seguramente) la lectura del informe que él debió haber leído, y también igual atención (seguramente) le mereció la respuesta al mismo, leída por otro de los presentes.

6.- Al terminar ambos alzó la mano, levantóse, dirigióse hacia el micrófono y usándolo le dijo a una multitud de más de doscientas personas que sentadas y de pie escucharon con respeto:

No he leído el informe, porque no leo bien.

Por eso ordené a fulano que por favor lo leyera en mi nombre.

Lo contestó el que marca la ley, porque esta se obedece y debe ser obedecida en todo el municipio mientras yo sea su Presidente.  Después quien sabe que pase.

En cuanto al representante del gobernador: salúdemelo y dígale que venga pronto, y también dígale que no sé leer ni escribir bien, pero que en dos años he hecho obras que en nueve años un contador, y dos profesores jamás hicieron.

7.- No tuve que decir nada. Todo estaba dicho y rendí por escrito mi informe de trabajo.

8.- Lo que no conté a Sánchez Andraca, es que fuí conducido apresuradamente casi al trote (así caminamos en los senderos y barrancas) en el rayo del sol entre treinta y cinco y cuarenta grados, hacia el patio de una casa donde el alcalde organizó una comida para todos los presentes.

9.- Fué una comida republicana: no había ni manteles, ni servilletas, ni mesa principal, ni licor, ni adornos florales: sólamente un exquisito caldo largo de res, tortillas de maíz no alterado genéticamente, y sobre todo igual rango de atención para todos y cada uno de los presentes, incluyendo al enviado del gobernador.

10.- Si algún día Sánchez Andraca recibe el Pulitzer poblano, será por aquella columna que jamás podré recrear.

cesarmusalem@puebla.com

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