No, no habrá consecuencias, todo seguirá igual.
A pesar del ridículo que hizo en su comparecencia ante el Congreso, a pesar de la molestia de sus compañeros de gabinete a quienes contradijo en el discurso y a pesar de haber confirmado su monumental desconocimiento de la realidad poblana en materia de seguridad pública, el General Mario Ayón es un intocable en el equipo de trabajo del gobernador Marín.
Después de semana y media para meditarlo y de recibir propuestas de relevo en caso de que llegara el cese fulminante, la línea llegó desde lo más alto del poder político poblano: “es inamovible” y ante eso, no hay nada que hacer.
¿Qué sabrá mi general que el resto de nosotros ignoramos?
Lo que parece no tomarse en cuenta es que la permanencia de mi general en el gabinete contradice el discurso en donde se define a la seguridad pública como una de las prioridades centrales de la actual administración estatal.
Y es que, cada vez queda más claro que la supervivencia política de Mario Ayón no es directamente proporcional a su capacidad para ejercer la responsabilidad que tiene en el actual gobierno, sino a factores externos y terriblemente ambiguos como la simpatía, su facilidad para hacer amigos y otras cualidades que en los hechos resultan ajenas a la seguridad pública y las estrategias para combatirla.
Para nadie es un secreto que nuestro ilustre general disfruta de verdad de todos los placeres mundanos que la vida pone a disposición de quienes han tenido la habilidad de cultivar la amistad de los poderosos.
Comidas con lo más selecto de la gastronomía mundial, las bebidas más finas para acompañarlas, el tabaco más exclusivo que el dinero pueda comprar y por supuesto: los caballos.
Sí, el auténtico vicio de mi general.
Aquí, como en todo lo demás, sólo las más finas razas.
Faltaba más.
El problema, nuevamente, es de congruencia.
Vaya que costó trabajo el que las autoridades locales aceptaran por fin que en Puebla, como en el resto del país ya se sienten los efectos de la actuación de grupos relacionados con la delincuencia organizada.
Después de meses de obsesiva negación y de que lo optimista del discurso oficial se veía rebasado por la contundente realidad, por fin empezábamos a ver declaraciones menos fantasiosas, más realistas, sobre la situación que se vive en Puebla en materia de seguridad pública.
No hubo más remedio que aceptar lo que en estos momentos es ya innegable y emprender una política mucho más abierta en términos de informar lo que realmente sucede en el estado, por muy delicados y polémicos que resulten los temas.
Se comprendió que era mucho mayor el costo de la negación y el hermetismo que el de la aceptación y el realismo.
Todos lo entendieron así.
Menos el general.
En el colmo de la incongruencia, Ayón asegura que en Puebla no existe la operación de grupos delictivos, pero la verdad es que él mismo vive con miedo.
La afición del secretario por las largas cabalgatas dominicales es de sobra conocida por quienes los fines de semana pasean por la zona de Flor del Bosque.
Sin embargo, algo ha cambiado de un tiempo a la fecha.
Su compañero de cabalgata, su hermano Sergio, también general y viejo conocido de Puebla, sigue asistiendo puntual a cada cita.
Lo que es diferente y se nota, es el ahora impresionante dispositivo de seguridad que acompaña a los jinetes.
Créame que es de llamar la atención.
Propios y extraños tienen que ver con este impresionante contingente de veintidós hombres a caballo que, a todo galope, cruzan lo que queda de lo que un día fue un valioso pulmón de nuestra ciudad.
Innecesario si no existe delincuencia organizada en el estado ¿no cree?
L delincuencia organizada no sólo nos ha recordado que Puebla no está ajena a la realidad nacional que se vive en materia de inseguridad, sino que además, han demostrado que pueden llegar a quien sea, sin importar que tan alto se encuentren en el organigrama jerárquico de cualquier dependencia de cualquier nivel de gobierno.
Ser funcionario público aquí, jamás volverá a ser como antes.
Aunque no se reconozca en el discurso.
¿Verdad mi general?
latempestad@statuspuebla.com.mx