Dirigente del Movimiento Antorchista Nacional
Como dije en un artículo anterior, la lucha de los obreros de MEX-MODE, sita en la ciudad de Atlixco, Puebla, tuvo la virtud, entre otras muchas, de desenmascarar el contubernio entre el comité sindical espurio de la “la loba” Josefina Hernández y los representantes locales de la empresa coreana. Josefina Hernández tuvo que salir a declarar que a ella no le preocupaban los bajos salarios, las larguísimas jornadas sin pago de horas extras, las pésimas condiciones de trabajo de los obreros, etc., sino la pérdida de la calidad y la productividad de la producción, es decir, los intereses de la patronal y no los de sus compañeros. La empresa, por su parte, salió a defender a Josefina con todo: despidió a varios inconformes, negó el permiso y las instalaciones para celebrar asambleas en horas de descanso, amenazó con despedir a todo el que asistiera a alguna convocatoria, así fuera en el exterior y en su tiempo libre, del comité opositor a Josefina y, finalmente, sacó a relucir su arma suprema: cerrar la fábrica si no se le garantizaba un sindicato a la medida de sus intereses.
Pero como digo, eso no es todo. También gracias a esta lucha, finalmente se supo que Josefina Hernández no era la verdadera “dueña” del sindicato, sino que éste, es decir, toda la masa trabajadora, pertenecía a la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), una central obrera que navega con bandera de “izquierda”. Pero resulta que los obreros nunca fueron informados, ni mucho menos consultados sobre si querían o no pertenecer a esa central sindical “revolucionaria”, sino que, simplemente, se las impusieron a sus espaldas; de donde se deduce que “también en San Juan corre aire”, como reza el refrán, es decir, que también en la UNT, la de los telefonistas de Francisco Hernández Juárez, la del glorioso Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la de los sindicatos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de otros igualmente sonados y, hasta ahora al menos, tenidos como baluartes de la lucha contra el “charrismo sindical”, existe y se practica ese mismo charrismo contra el que dicen luchar sin descanso; que existen los llamados “contratos de protección”, que garantizan tranquilidad absoluta a los patrones a cambio de una “módica suma” y otras “prestaciones” para los líderes. ¡Cosas veredes Mío Cid!
Otra sorpresa fue la aparición en escena de un organismo extranjero, integrado, dicen, por “respetables” universidades de Estados Unidos y Canadá, cuyo nombre (así lo tradujeron los medios) es Consorcio (?) de los Derechos de los Trabajadores, WRC, por sus iniciales en inglés. Este “Consorcio”, echándoselas de juez imparcial, se sacó de la manga un “estudio muy completo” (que nadie sabe cómo hizo en tan poco tiempo) y sentenció sin mayores averiguaciones: la “culpa del conflicto” no es ni del comité sindical espurio ni de la empresa, sino de Antorcha Campesina. Desconozco, por supuesto, el documento completo; pero confieso que me gustaría saber cómo se elaboran esos estudios al vapor, en los cuales, como por arte de magia, se esfuma la realidad (en este caso la situación salarial, laboral y sindical de los obreros, puesto que nada de eso se dijo a los medios) y, en su lugar, aparecen conclusiones de una sabiduría realmente salomónica. Pero lo verdaderamente importante es el hecho de que estamos ante un indicio claro de que el control obrero en el país, el “charrismo sindical”, pues, incluido el de “izquierda”, que tiene a la masa obrera sumida en las más completas indefensión y pobreza, no es una política exclusivamente nacional, sino que se inscribe en una red de complicidades que se extiende más allá de nuestras fronteras y mantiene fuertes vínculos con los intereses imperialistas del continente. De ese tamaño es el enemigo de la democracia en MEX-MODE y en todo el movimiento obrero mexicano.
Una última revelación. Un tal Arturo Blásquez Guevara, a nombre de la UNT, publicó un desplegado al que llamó, derrochando ingenio, “Crónica de un charrazo anunciado”. Ahí sostiene que el gobierno poblano “violó la autonomía sindical” a favor de Antorcha Campesina e impuso, a través de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Puebla, un sindicato “charro” en detrimento de la “líder legítima” Josefina Hernández. Destacados pensadores han demostrado que el “irracionalismo”, filosofía típica de las derechas, incluida su expresión extrema que es el nazi-fascismo, es en esencia negar la capacidad de la razón y la inteligencia humanas para conocer el mundo, para discernir con seguridad entre verdad y mentira. Por eso, para esa corriente no tiene sentido hablar de hechos verdaderos ni de reglas del bien pensar, es decir, de la lógica que utiliza el resto de la humanidad; basta y sobra, dicen, con tener el monopolio del poder y la fuerza bruta y una buena dosis de descaro para sostener las más absurdas mentiras (una mentira mil veces repetida acaba convirtiéndose en verdad, decía Goebels), y el control del mundo está asegurado. Pues bien, el desplegado de la UNT es un modelo de larvado nazi-fascismo. ¿O no es pasar por encima de los hechos y la lógica llamar “charrazo” e “imposición” a la manifestación libre y mayoritaria de los obreros en contra de la UNT, certificada por la autoridad legalmente facultada para ello? ¿No es prostituir la lógica común llamar “charros” a quienes representan el sentir mayoritario de sus compañeros, y “líder legítima” a quien sólo cosechó una sonora rechifla en su contra? ¿Es o no un intento loco de dar más valor probatorio al discurso mentiroso que a los hechos, afirmar cínicamente que la causa del conflicto son “los intereses de Antorcha” y no las pésimas condiciones de trabajo y de trato que sufren los obreros? Sí, es de preocupar la desfachatez con que sale a mentir la UNT en defensa de los patrones y en contra de los obreros, porque así han actuado siempre los adoradores del poder y la fuerza bruta; quienes piensan que la razón, la libertad y la justicia son sólo inventos de los débiles para atarles las manos a los fuertes. Así pensaba Nietzsche.