20-04-2024 02:03:09 AM

Veracruz: ¿por qué las injurias contra Samuel Aguirre?

 

Dirigente del Movimiento Antorchista Nacional

 

El gobierno del Licenciado Fidel Herrera Beltrán en Veracruz está próximo a cumplir el cuarto año de los seis que comprende su mandato constitucional. En todo este tiempo, Antorcha Campesina, que desde hace 34 años viene intentando aglutinar y educar a los más pobres de la ciudad y del campo con el propósito de capacitarlos para el reclamo enérgico de sus derechos más elementales, y cuyo líder histórico por méritos propios es el Ingeniero Samuel Aguirre Ochoa, no ha cesado de dialogar con todos los funcionarios del gobierno veracruzano, y con el propio señor Gobernador, en busca de soluciones satisfactorias para las demandas básicas de sus representados. No hay por qué negar que, en este prolongado diálogo, el trato que hemos recibido ha sido siempre atento, comprensivo y cordial; tampoco hay por qué ocultar que de ese diálogo han surgido algunas soluciones cuya cuenta precisa y cuyo impacto social, tanto los antorchistas veracruzanos como el antorchismo nacional, tenemos perfectamente registrados y medidos. Es por eso que hoy puedo afirmar con toda objetividad, sin faltar un ápice a la verdad ni a la gratitud a que está obligada toda persona bien nacida, que a pesar de lo logrado, lo cierto es que las demandas más importantes, las de mayor impacto en el nivel de bienestar de la gente, han venido quedando reiteradamente pendientes, en espera, se nos ha dicho, de mejores tiempos y mayores recursos presupuestales para su resolución.

Pero el tiempo ha corrido inexorablemente; el gobierno del Licenciado Fidel Herrera Beltrán está ya a punto de entrar en su último tercio y nuestras demandas más significativas siguen siendo aplazadas para un futuro impreciso. Es por eso, y sólo por  eso, que los antorchistas veracruzanos, ahora temporalmente dirigidos por la Ingeniera Minerva Salcedo Baca en virtud de que el compañero Samuel Aguirre acaba de sufrir una delicada operación de columna, acordaron manifestar su preocupación y su descontento mediante una concentración masiva que tendría lugar la primera semana de junio en la ciudad de Xalapa, no sin antes haber agotado de sobra, en exceso, todos los recursos de gestoría que los obligó a resistir larguísimas y aburridísimas antesalas en las oficinas de todos los funcionarios a quienes se les ordenó visitar y exponer sus demandas. Esto bastó para que de inmediato, como en el diluvio universal que relata La Biblia, se abrieran las compuertas del Olimpo mediático veracruzano y, sobre Samuel Aguirre Ochoa y sobre su compañera Minerva Salcedo, cayera una catarata de acusaciones, descalificaciones sumamente hirientes y sucias injurias personales provenientes de ciertos reporteros indignados porque creen, aparentemente, que todo es un vulgar chantaje de Samuel Aguirre para conseguir alguna ilegítima sinecura. Como no quiero que se piense que hago tabla rasa de todo el periodismo y todos los periodistas veracruzanos, me veo forzado a precisar que la tormenta excrementicia que ha caído sobre  Samuel y Minerva procede, en más del noventa por ciento, de dos “columnistas”: Ricardo Ramírez Juárez y Alfredo Quezada Hernández, ambos del Gráfico de Xalapa.

No voy a entrar, por supuesto, a refutar ni a demostrar la falsedad e inconsistencia de los “argumentos” de esos señores y otras especies menores que los secundan. No está eso en mi interés y, además, al lector inteligente le quedará claro, sin necesidad de más palabras, que las bajezas, las leperadas o las “acusaciones” que no se demuestran de ninguna manera, no pueden refutarse con argumentos lógicos ni por ninguna otra vía que tenga que ver con la inteligencia; que el único recurso en casos como éste consiste en oponer a la majadería otra majadería mayor, a la calumnia otra más estridente, a la acusación sucia, una suciedad que la supere. Y yo no voy a entrar en esa competencia entre majaderos de a tanto la línea. Lo que a mí me interesa es llamar la atención del amable lector sobre lo siguiente: de entre el lodazal a que me refiero se destaca con toda claridad que el motivo de fondo que explicaría el momento, la intensidad y la exagerada agresividad del ataque, no es otro que la anunciada protesta pública del antorchismo veracruzano. La misma ridícula acusación de que lo que Samuel busca es una diputación federal, claramente se ve que fue inventada y manejada para golpearlo por su osadía de querer quejarse públicamente por la falta de soluciones a las demandas fundamentales de sus representados. Ahora bien, una cosa y otra, independientemente de su veracidad o falsedad, están muy lejos de los intereses de los dos reporteros que encabezan la ofensiva mediática; ni la queja pública de los antorchistas, ni las pretendidas aspiraciones diputadiles de Samuel les interesan un bledo, como saben bien quienes los conocen y han seguido su trayectoria profesional; de donde no queda más remedio que concluir que alguien  a quien sí interesa y molesta la protesta masiva de los inconformes, les movió la mano para propinarle una verdadera paliza mediática al principal líder del antorchismo veracruzano como castigo por andar de levantisco.

Y esto es, precisamente, lo que preocupa al antorchismo nacional: el duro, sucio, infame e injusto ataque a Samuel, no es otra cosa que una represión anticipada a la manifestación de protesta por la falta de soluciones a las demandas planteadas, muchas de ellas desde hace cuatro años; un intento por cancelar de facto las garantías constitucionales de libre asociación, organización, petición y manifestación pública que son, la mayoría de las veces, el único recurso que les queda a los pobres para intentar hacerse oír de los poderosos; una amenaza para sofocar, desde ahora, futuros intentos de protesta organizada, se tenga razón o no. La lógica parece indicar, por tanto, que la embestida mediática por lo menos contó con la simpatía oficial. ¡Y ésta es la importancia preocupante de lo que, de otra manera, no pasaría de ser el ejercicio de la función natural de alguien que nació para la producción coprolítica y nada más!

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