Se presentó por fin la “tan esperada” agenda legislativa local.
¿Y?
Se trata, según se manejó en el discurso de “los ejes centrales que normarán el trabajo de los diputados locales de la 58 Legislatura” en lo que resta de su período.
Insisto: ¿Y?
Para un estado en donde jamás ha existido la auténtica separación de poderes y en donde históricamente ha estado ausente la verdadera actividad legislativa, créame que el pomposo evento de ayer es realmente menor.
Se trata de otro ejemplo de la cada vez más cansona filigrana política.
Y es que, en Puebla no se legisla.
Aquí sólo se manda y se obedece.
Sí, claro, los puristas argumentarán que, estrictamente hablando, en el congreso local sí se legisla en el entendido de que se realizan una serie de actividades encaminadas a hacer o establecer leyes.
Sin embargo, lo que ha permanecido ausente es esa actividad encaminada a lograr acuerdos que privilegien la justicia y le bienestar de la mayoría de los ciudadanos y que se basen en el debate inteligente, respetuoso, de ideas y de propuestas.
No, aquí, como en todos los congresos en donde existe una abrumadora mayoría del partido en el poder, se privilegian los intereses políticos del juego electoral, se calculan y se miden costos y beneficios particulares o de grupo y ya al final, si en algún caso todo lo anterior coincide con que lo acordado también redunda en algo positivo para el estado, pues que bueno.
Sólo así se entiende que iniciativas de ley que tienen que ver con cuestiones prioritarias para el desarrollo del estado sigan durmiendo el sueño de los justos en el cajón del escritorio de alguno de nuestros brillantes representantes populares.
La ley indígena, la de vivienda, las reformas a la ley de educación y una auténtica reforma electoral son sólo algunas.
Además, en su vano esfuerzo de darle formalidad y credibilidad a la presentación de esta malograda agenda legislativa- en donde por cierto fueron excluías propuestas interesantes de los partidos de oposición-, los diputados poblanos mostraron su verdadero nivel.
Mire por qué.
Nuestros legisladores definieron los 5 ejes principales que normarán su “actividad” los próximos 31 meses: estado de derecho, democracia y seguridad, desarrollo económico y competitividad, desarrollo social e igualdad de oportunidades, innovación institucional y rendición de cuentas y participación ciudadana.
Muy bien, pero ¿no le parece obvio que la actividad legislativa, por naturaleza, esté orientada hacia estos “cinco ejes prioritarios”?
¿O qué tipo de temas pensaban incluir en el siempre inteligente debate?
Los “qués” todos los conocemos, hace falta hablar de los “cómos” y de los objetivos y los plazos para llegar a ellos.
Nada de esto ni siquiera se mencionó ayer.
Dicen los clásicos que legislar “es una obligación en cuanto quien ha sido elegido por el ciudadano para representarlo y tiene el deber de hacerlo a través del dictado de actos y de normas acorde a lo que necesitan quienes lo eligieron”.
“Es un derecho en cuanto el ciudadano tiene el legítimo derecho a que quienes deliberen y gobiernen en su representación lo hagan respetando y satisfaciendo sus necesidades y requerimientos”.
“Es una necesidad en tanto una sociedad cuyo sistema institucional aspira a desarrollarse y fortalecerse lo debe hacer con estándares de calidad y en la medida de lo posible con excelencia”.
Qué ajeno parece lo anterior a lo que sucede en el congreso poblano.
¿No cree?
LA CEREZA DEL PASTEL
Para colmo de males, la actividad legislativa corre el riesgo de verse secuestrada en la lógica de aquella ridícula sucesión adelantada que sudan actores políticos ligados al gobernador.
Cambios sospechosos en las comisíones, decisiones ajenas a toda lógica legislativa y las eternas grillas aldeanas son ingredientes que sin duda harán todavía más lamentable el nivel de desempeño de nuestros diputados.
A su salud.
latempestad@statuspuebla.com.mx