Dirigente seccional del antorchismo en la Mixteca
Aún a riesgo de que se intensifique la campaña mediática en contra de Antorcha Campesina y de que los “sicólogos de masas” descubran “razones” para afirmar que con esta opinión se demuestra que Antorcha Campesina es la organización que está detrás de la invasiones y, que por tanto, son “ correctos, justos y necesarios los desalojos”, quiero dejar sentada mi más enérgica protesta por lo que considero una prueba más de autoritarismo gubernamental, de falta de sensibilidad política y de menosprecio total por los que menos tienen.
Me atrevo a afirmar que los motivos que obligaron a los invasores a tomar los predios esencialmente son tres: la falta de terreno donde construir una vivienda digna, la falta de recursos para comprarlo (desde luego que con sus excepciones) y la falta de una política gubernamental para resolver esta grave problemática social. Por tanto, desalojar a los invasores, muchos de los cuales tenían construidas sus viviendas con tabicón y láminas de cartón, constituye una doble ofensa: se les anula la única posibilidad que tenían de adquirir un lugar digno donde vivir y se pierden los pocos ahorros de esa gente, que seguramente fueron a parar a algún relleno de la ciudad. Como cualquiera lo puede entender, con esta acción el gobierno estatal no se resuelve el problema, por el contrario, lo agrava y lo pospone.
Por tanto no es nada remoto que dentro de poco tiempo amanezcamos con la noticia de nuevas invasiones y de nuevos desalojos, provocando así un clima de grave intranquilidad social. Es, por tanto, urgente que la sensatez se imponga en nuestros gobernantes, que como dijo el presidente Calderón, “los funcionarios se pongan en los zapatos des la gentes” y lleven a la práctica formas que, al mismo tiempo, busquen orden en el crecimiento de la ciudad, respeto a la propiedad privada y resuelvan el problema de la vivienda; formas en las que PRI, como gobierno, tiene mucha experiencia, así que si no las ha puesto en práctica es porque ha decidido cargar son el sambenito de represor, con tal de quedar bien con los poderosos o para salvaguardar jugosos negocios inmobiliarios.
¿Por qué no se buscaron formas de pago o de financiamiento para cubrir el costo del o los terrenos invadidos? Se pudiera alegar que los dueños no están dispuestos a vender; el Gobierno tiene muchas formas de convencer a los propietarios, entre ellas su negativa a desalojar a los necesitados.
Otro argumento que se pudiera esgrimir es que no todos los invasores tienen necesidad de un predio. Efectivamente, ese peligro existe, pero también la forma de resolverlo. ¿Por qué no se levantó un censo riguroso con la participación de funcionarios, invasores y propietarios, para que a quienes se les demostrara que contaban con un lugar donde vivir se les pudiera dar de baja?
¿Por qué no se construyen viviendas de interés social con mensualidades que puedan cubrir vendedores ambulantes, albañiles, franeleros, choferes y otros? Porque de lo que se trata no es de resolver y atender a los que menos tienen, sino de enseñarles que el Gobierno es poderoso y hay de aquel que intente aspirar a una vida mejor por la vía de la organización y la lucha.
El alza a los precios de la tortilla, frijol, aceite, arroz y combustibles son medidas que están provocando un enorme y peligroso malestar social, y si a esto le agregamos los desalojos, ¿no estaremos llevando al pueblo a un callejón sin salida?
Darles alternativas de solución, hacerles ver con hechos que se atienden las necesidades principalmente de los que menos tienen con justeza, prontitud y honradez, por parte del gobierno, no es sólo un acto de justicia social sino una forma de preservar la paz y tranquilidad de nuestro país-
Detener los desalojos e implementar medidas de solución acordadas previamente con los invasores, incluida la desocupación de los predios, es lo más recomendable en esta época de crisis y malestar social. El horno no está para bollos.