Sí, una hora.
Sesenta minutos fue todo el tiempo del que dispusieron los regidores del cabildo de la capital para leer, revisar, analizar, evaluar y votar el plan municipal de desarrollo 2008-2011.
El que en teoría es el documento central en donde se plasman los ejes principales de la actual administración, sus retos, planes y objetivos a lograr, la única herramienta real que tenemos los ciudadanos para evaluar que tan bien o que tan mal lo está haciendo el gobierno de Blanca Alcalá, en los hechos mereció tan sólo el mismo tiempo que le dedica cualquier ama de casa a ver su telenovela favorita.
¿No le parece realmente increíble?
El cuerpo edilicio capitalino recibió el tan ansiado plan y de inmediato se les obligó a la sesión más banal, trivial y elemental en la historia del cabildo de la ciudad.
Todo estaba planchado.
La abrumadora mayoría priista ni siquiera tuvo el valor de reclamar la premura de tiempo.
¿Por qué?
¿Conocían de antemano a fondo el contenido del documento o poseen una inteligencia privilegiada que les permitió en tan poco tiempo emitir un voto razonado?
Analizando el perfil de los regidores del tricolor, no cabe duda que fue la primera.
L a realidad es que la discrecionalidad en el manejo de información es una realidad.
Los priistas tienen acceso a todo, son la bancada favorita y realizan su trabajo de levantadedos en condiciones privilegiadas.
Y es que, la orden fue concreta y fulminante: aprobar lo que sea.
Los panistas se desgastaron en protestas justificadas ante lo que a todas luces parecía una aberración ética, política y de sentido común.
Sobra decir que el plan, después de haber sido sometido a tan sesudo análisis, se aprobó, con el voto en contra de la bancada de Acción Nacional, a pesar de que el famoso plan presenta omisiones elementales.
Como siempre, se conocen los qué, es decir, se enumeran las necesidades principales de la capital y los problemas más urgentes a resolver, pero no profundiza en los cómos.
Falta abundar en las propuestas, en los tiempos en los que se pretende llegar a determinados objetivos y sobre todo, en la estrategia financiera para alcanzarlos.
De esta manera se planearon y aprobaron las acciones que, según el discurso oficial, servirán para poner a Puebla a tiempo.
La pregunta es ¿a tiempo de qué?
¿MILAGRO EN LAS JUNTAS AUXILIARES?
Pues al final, nada.
A pesar de las protestas, las manifestaciones y la toma de presidencias, terminaron los problemas en las juntas auxiliares del municipio de Puebla.
Las autoridades electas tomaron posesión de sus cargos y la historia tuvo un final feliz.
¿Qué pasó?
¿La Secretaría de Gobernación municipal empezó por fin a funcionar?
¿Juan de Dios Bravo se convirtió de repente en funcionario eficaz, en operador exitoso?
Para nada.
El grito de auxilio, ante semejante incompetencia, llegó a donde tenía que llegar y manos externas, ajenas en teoría al municipio fueron las que intervinieron para que la sangre no llegara al río.
Sobra decir de donde salieron esas manos y quien las movió.
LA FRASE DE LA SEMANA
Las declaraciones del líder estatal del PRI, Alejandro Armenta, sobre las órdenes de aprehensión giradas por un juez de Quintana Roo en contra de los policías judiciales que participaron en la detención y traslado a Puebla de la periodista Lydia Cacho son para enmarcarlas.
El ex miembro del gabinete marinista asegura que se trata de “una estrategia mediática del PAN para atacar al gobierno de Puebla”.
Sí, leyó usted bien.
En la lógica del priista, el PAN poblano de alguna increíble manera que todavía no se entiende, tuvo la capacidad de influir en una decisión que es de competencia exclusiva del poder judicial del estado de Quintana Roo, estado gobernado por Félix González Canto, un destacado priista.
Según Armenta, en Puebla no existió injerencia del ejecutivo para liberar la orden de aprehensión en contra de Cacho, pero Acción Nacional sí pudo obligar a un juez de un estado gobernado por el PRI a girar órdenes de aprehensión en contra de judiciales poblanos.
¿Usted entiende?
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