19-04-2024 12:54:29 AM

Octavio Paz

Profesor–investigador en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP Puebla

Este pudo ser su epitafio:

“Me voy… pero me quedo”.

A diez años de que dejó de escribir, el mejor recuerdo y homenaje a Paz es compartir su obra entre cercanos y lejanos. Mi contribución, los primeros versos de “Piedra de sol”. Quiérase un poco, consiga el poema completo y bébalo en una banca de jardín, preferentemente al atardecer y ante una fuente. He dicho.

Un sauce de cristal, un chopo de agua, / un alto surtidor que el viento arquea, / un árbol bien plantado mas danzante, / un caminar de río que se curva, / avanza, retrocede, da un rodeo / y llega siempre: / un caminar tranquilo / de estrella o primavera sin premura, / agua que con los párpados cerrados / mana toda la noche profecías, / unánime presencia en oleaje, / ola tras ola hasta cubrirlo todo, / verde soberanía sin ocaso / como el deslumbramiento de las alas / cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras / de los días futuros y el aciago / fulgor de la desdicha como un ave / petrificando el bosque con su canto / y las felicidades inminentes / entre las ramas que se desvanecen, / horas de luz que pican ya los pájaros, / presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito, / como el viento cantando en el incendio, / una mirada que sostiene en vilo / al mundo con sus mares y sus montes, / cuerpo de luz filtrado por un ágata, / piernas de luz, vientre de luz, bahías, / roca solar, cuerpo color de nube, / color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo, / el mundo ya es visible por tu cuerpo,
es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos, / fluyo entre las presencias resonantes,
voy por las transparencias como un ciego, / un reflejo me borra, nazco en otro,
oh bosque de pilares encantados, / bajo los arcos de la luz penetro / los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo, / tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia / la sangre sus misterios paralelos, / mis miradas te cubren como yedra, / eres una ciudad que el mar asedia, / una muralla que la luz divide / en dos mitades de color durazno, / un paraje de sal, rocas y pájaros / bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos / como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua, / los tigres beben sueño de esos ojos, / el colibrí se quema en esas llamas, / voy por tu frente como por la luna, / como la nube por tu pensamiento, / voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta, / tu falda de cristal, tu falda de agua, / tus labios, tus cabellos, tus miradas, / toda la noche llueves, todo el día / abres mi pecho con tus dedos de agua, / cierras mis ojos con tu boca de agua, / sobre mis huesos llueves, en mi pecho / hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río, / voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña / que en un abismo brusco se termina / voy por tus pensamientos afilados / y a la salida de tu blanca frente / mi sombra despeñada se destroza, / recojo mis fragmentos uno a uno / y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria, / puertas abiertas a un salón vacío / donde se pudren todos lo veranos, / las joyas de la sed arden al fondo, / rostro desvanecido al recordarlo, / mano que se deshace si la toco, / cabelleras de arañas en tumulto / sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco, / busco sin encontrar, busco un instante, / un rostro de relámpago y tormenta / corriendo entre los árboles nocturnos, / rostro de lluvia en un jardín a obscuras, / agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas, / no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo en el instante, caigo al fondo, / invisible camino sobre espejos / que repiten mi imagen destrozada, / piso días, instantes caminados, / piso los pensamientos de mi sombra, / piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro, / busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle: / la hora maduraba sus racimos / y al abrirse salían las muchachas / de su entraña rosada y se esparcían / por los patios de piedra del colegio, / alta como el otoño caminaba / envuelta por la luz bajo la arcada / y el espacio al ceñirla la vestía / de un piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado / por los alrededores de la noche, / entrevista muchacha reclinada / en los balcones verdes de la lluvia, / adolescente rostro innumerable, / he olvidado tu nombre, Melusina, / Laura, Isabel, Perséfona, María, / tienes todos los rostros y ninguno, / eres todas las horas y ninguna, / te pareces al árbol y a la nube, / eres todos los pájaros y un astro, / te pareces al filo de la espada / y a la copa de sangre del verdugo, / yedra que avanza, envuelve y desarraiga / al alma y la divide de sí misma, / escritura de fuego sobre el jade,
grieta en la roca, reina de serpientes, / columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas, / grano de anís, espina diminuta / y mortal que da penas inmortales, / pastora de los valles submarinos / y guardiana del valle de los muertos, / liana que cuelga del cantil del vértigo, / enredadera, planta / venenosa, / flor de resurrección, uva de vida, / señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida, / ramo de rosas para el fusilado, / nieve en agosto, luna del patíbulo, / escritura del mar sobre el basalto, / escritura del viento en el desierto, / testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado, / adolescente rostro perseguido / años fantasmas, días circulares / que dan al mismo patio, al mismo muro, / arde el instante y son un solo rostro / los sucesivos rostros de la llama, / todos los / nombres son un solo nombre / todos los rostros son un solo rostro, / todos los siglos son un solo instante / y por todos los siglos de los siglos / cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante / rescatado esta noche, contra un sueño / de ayuntadas imágenes soñado, / duramente esculpido contra el sueño,
arrancado a la nada de esta noche, / a pulso levantado letra a letra, / mientras afuera el tiempo se desboca / y golpea las puertas de mi alma / el mundo con su horario carnicero,

sólo un instante mientras las ciudades, / los nombres, lo sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega, / mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto, / y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos / se nublan y los días y los años / sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico / y no hay nada detrás de sus / imágenes / el instante se abisma y sobrenada / rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo, / amenazado por la algarabía / de la muerte vivaz y enmascarada / el instante se abisma y se penetra, / como un puño se cierra, como un fruto / que madura hacia dentro de sí mismo / y a sí mismo se bebe y se derrama / el instante translúcido se cierra / y madura hacia dentro, echa raíces, / crece dentro de mí, me ocupa todo, / me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son su pájaros, / su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo, /

Molcajeteando…

Mea culpa… mea culpa… mea culpa… Eso de andar citando de memoria es jugar con fuego. Desde Suiza, mi querido Edmundo Murray me hace llegar una merecida dotación de coscorrones:

“… disculpe usted compañero, pero el discurso de don Winston fue a los 67 años y en la Harrow School:

“Never give in. Never give in. Never, never, never, never. In nothing, great or small, large or petty – never give in, except to convictions of honour and good sense. Never yield to force.”

Como penitencia, releeré los discursos de don Winston en la edición de Penguin, que tiene la letra bien chiquita, y dejaré de beber Guiness durante dos fines de semana consecutivos. Mea culpa.

sanchezdearmas@gmail.com

 

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