La propuesta de reforma petrolera (no tanto energética) presentada por la Presidencia de la República tiene varios ingredientes populistas; pero el que parece ser la “zanahoria” para atraer el apoyo popular es el bono ciudadano de inversión, y con el que “ahora sí los mexicanos recibiremos las ganancias del petróleo”. Pero no se quita la carga fiscal a la paraestatal.
Después de que el gobierno de Calderón desperdició tiempo, entre una torpe estrategia de medios y trataron de asustar con el diagnóstico sobre la situación de la paraestatal Pemex, finalmente se negocia teniendo el apoyo del PRI. Por lo que seguramente la tan ansiada modificación a la política y administración petrolera pasará sin problemas en el Senado.
En el mensaje emitido el martes por la noche en cadena nacional por Calderón, reiteró en más de cinco ocasiones que “el petróleo es de todos los mexicanos”, que “el beneficio será para los mexicanos”, y cuatro veces afirmó que “Pemex no se privatiza”. Frases con las que pretende convencer de que la reforma no atenta contra la paraestatal y mucho menos contra la seguridad ni el patrimonio petrolífero del país.
La sorpresa para muchos fue el famoso bono ciudadano. No son acciones y mucho menos genera derechos a los tenedores de los bonos sobre el producto ni sobre la paraestatal.
Si se recuerda son algo así como los malogrados CAPS, que emitió el gobierno de Miguel de la Madrid cuando ya estatizada la banca se ofrecieron tales certificados.
La emisión de los papelitos a un costo bajo (100 pesos), destinados sólo para personas físicas y para mexicanos; en una primera etapa se allegarán recursos por unos 5 mil millones de pesos, que equivaldría al 3 por ciento de la deuda de la paraestatal..
La medida es realmente populista. ¿Pero a quién le cargarán la operación de tales documentos?
La colocación tiene que hacerse a través del sistema bancario y de otros intermediarios, pueden ser las Afores. Y, como se acostumbra en México, se canalizan algunos servicios a los bancos, y como las autoridades hacendarias no les restituyen el costo de dicha prestación, entonces los bancos se lo cobran a los usuarios, a través de comisiones directas o indirectas.
Además el rendimiento de tales títulos será en función del desempeño de la paraestatal. Y preguntamos ¿antes o después de la sangría fiscal que aplica cada año el gobierno a Pemex? ¿Cuál será la verdadera productividad de la paraestatal cuando los precios del hidrocarburo empiecen a bajar? Porque sobre este asunto en particular –impuestos- no se habla en ninguno de los 10 puntos que contempla la susodicha reforma petrolera.
Así, por un lado se presenta la zanahoria petrolera, y por el otro, se busca el respaldo del sector privado pero…sin privatizar (¿?) según al administración de Calderón.
Y, otra vez, se dará paso a una campaña en medios para presentar las bondades de lo que es la reforma presentada por la presidencia. Mientras, que el Senado se apresta para el “debate” de la propuesta, aunque falta ver si le da tiempo de discutirla en las ocho sesiones que le quedan a este periodo, o aplica el fast track.
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