El término que lleva como título esta columna resulta de la combinación de dos conceptos que definen la triste realidad de nuestro sistema educativo.
Y es que, el “tsunami” estadístico dado a conocer mundialmente a finales del año pasado en lo que a aprovechamiento escolar se refiere, puso en evidencia las mentiras que manejan los responsables de la catástrofe educativa nacional y toda la “porquería” que rodea a dependencias oficiales, instituciones de enseñanza y sindicatos de docentes.
Profundizar sobre las deficiencias de un sistema que no sólo tolera, sino que fomenta la ignorancia en vez de educar, sería redundar.
Resultaría cansado repetir cómo y por qué la politización del sistema educativo ha sido por décadas un lastre para el desarrollo general de nuestro país al grado de cancelar la posibilidad de un futuro más o menos decoroso para la mayoría de los mexicanos.
Lo que jamás resultará repetitivo será el señalar cómo los líderes magisteriales han sido cómplices históricos de esta realidad al haber antepuesto siempre sus intereses personales antes de la representación de los intereses de los auténticos docentes, esos que, siempre a contracorriente, desde su trinchera han hecho lo humanamente posible por estar a la altura de su responsabilidad con el futuro del país.
Hablar del poder político y económico que han adquirido quienes llevan hoy las riendas de las diferentes secciones que conforman al sindicato más grande y poderoso de todo el continente, jamás deberá ser un tema que nos anula la capacidad de indignación.
Puebla, por supuesto, no es la excepción.
Mientras líderes como Gustavo Espinoza utilizan su cargo al frente de la representación sindical como un mero trampolín político, otros como Jorge Rodríguez Méndez aplican al pie de la letra los postulados básicos del amiguismo y el compadrazgo para mantener el control absoluto de la sección a su cargo.
Y es que, en sus cuatro años de “reinado”, los movimientos internos y la determinación de promociones y estímulos se han hecho siguiendo únicamente la lógica del interés personal.
La asignación de plazas, incremento de horas y otros beneficios han sido otorgados al margen de la lógica del derecho de escalafón para “motivar” únicamente a los consentidos oficiales.
El pago de las siempre sospechosas facturas políticas que históricamente se le han otorgado como dádivas al magisterio poblano es un ejemplo.
Curiosamente, los docentes que han sido beneficiados con la posibilidad de acceder a un cargo de elección popular en estos últimos cuatro año no han sido los más aptos para ello, sino los incondicionales de Rodríguez Méndez.
¿Ejemplos?
¿Qué tal el caso de Altagracia Zamora, actual regidora de la capital?
¿O el de María Beatriz Fuente Velasco, regidora electa?
¿Y qué me dice de la intentona de imponer a Marcos Sánchez Sánchez como diputado plurinominal, conocido al interior del sindicato como el lambiscón oficial del secretario general?
El repudio generalizado de los sindicalizados echó por tierra la nominación.
Esto en lo político.
En lo económico, el manejo discrecional y parcial de los millonarios recursos con los que cuenta el sindicato es considerado como parte de los privilegios y canonjías que se obtienen al llegar a ocupar el trono.
Sólo así se entiende que, mientras el líder construye para uso personal unas faraónicas oficias de lujo con Jacuzzi y todo lo que un auténtico soberano necesita para disfrutar los placeres de la vida, el Comité ejecutivo Nacional del SNTE renta, para la mayoría de los 19 Comités Regionales, auténticas pocilgas que operan como oficinas de gestoría y gestión urgentes.
Por cierto ¿para qué el Jacuzzi si hay quienes aseguran que ni el jabón conoce?
Otro aspecto sospechoso en el tema del dinero es la obsesión por inscribir obligatoriamente a todos los sindicalizados al FAC-23, un Fondo de Ahorro y Crédito para los agremiados que se conforma con descuentos quincenales directos al salario, cuyas cuotas e intereses son inclusive más altos que los de instancias federales como el ISSSTE y cuyo manejo y administración es muy poco claro.
Estamos hablando aquí de millones de pesos mensuales.
¿Qué me dice de las viviendas asignadas a los docentes?
Los descuentos son carísimos y la calidad de las casas es peor que cualquiera de interés social.
Todo esto se explica en la lógica del próximo proceso de sucesión de la dirigencia sindical en donde todo debe de quedar en manos de los incondicionales para mantener, el mayor tiempo posible, el control de la franquicia.
¿Y entonces?
¿Ahora se explica los números?
¿Entiende el por qué somos, a nivel mundial, uno de los países más pobres en calidad educativa?
En este contexto ¿verdad que todo esto Tsunamierda?
latempestad@statuspuebla.com.mx