El sindicato de la empresa más importante del estado se encuentra en el umbral de vivir un cambio radical, no sólo de nombres y cargos, sino también de actitudes y conductas.
Víctor Jaime Cervantes y quienes conformaron la planilla “Poder Sindical” tienen ahora la gran oportunidad de terminar con un sindicalismo blanco, experto en el manejo mediático de coyunturas específicas y en el “arreglo” de huelgas a modo que sólo favorecen los intereses de la parte patronal, y de las autoridades poblanas en materia laboral, pero que jamás tienen como motivo central las necesidades reales de los trabajadores.
Suficiente con eso.
Cervantes y compañía deberán de tener los tamaños y la honestidad para no caer en la tentación de asumir esa clase de liderazgo que se vende como ejemplo del “nuevo sindicalismo”, de aquel que se dice democrático, independiente, ajeno a cualquier liga e interés gubernamental, pero que en los hechos no es más que una mala caricatura de los principales íconos del viejo y anquilosado sindicalismo oficial.
Ese sindicalismo que se dice contestatario, progresista, pero que cae rendido ante las delicias del poder y se utiliza como trampolín político para beneficio personal de su líder.
José Luis Rodríguez Salazar fue un claro ejemplo de lo anterior.
Y es que el mal ejemplo de Francisco Hernández Juárez ha infectado a cientos de líderes sindicales que lo toman como modelo a seguir, perdiendo de vista que este líder “democrático” prometió no cometer los mismos errores que Fidel Velásquez o Blas Chumacero, pero que lleva ya más de 25 años aferrado al poder, aniquilando radicalmente a cualquiera que siquiera intente promover acciones que permitan una democratización gradual de la UNT.
Este tipo de calaña exige a gritos condiciones de libertad y de justicia social pero olvida en los hechos que la reelección sistemática es el símbolo principal de la antidemcoracia, del conservadurismo extremo, de la simulación constante y del gatopardismo permanente.
Si por décadas se luchó en México por democratizar nuestros procedimientos políticos para eliminar aquel nefasto sistema de partido único, hoy resulta inexplicable entender el por qué estas condiciones de apertura, equidad e igualdad no han permeado a la vida interna de la mayoría de nuestros sindicatos.
Insisto, hoy por lo menos en el sindicato de VW las cosas podrían cambiar.
En una de sus primeras declaraciones como líder de esta representación sindical, Víctor Jaime Cervantes no descartó la posibilidad de que el sindicato de la planta alemana pueda “romper relaciones con la Unión Nacional de Trabajadores”, dejando abierta la opción de “afiliarse a una nueva central obrera” o que continúe como un “organismo independiente”.
El nuevo líder tiene la oportunidad histórica de dar un paso gigante hacia la obtención de una representación sindical verdadera, auténtica, que defienda sus derechos por sobre todas las cosas y enviar al cajón de los malos recuerdos, y de una vez por todas, ese auténtico lastre que significaron los ocho años de reinado de Rodríguez Salazar y sus secuaces.
A ver si es cierto.
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