Por Valentín Varillas
El gobernador de Puebla y sus asesores electorales saben que, ante la amenaza que para sus intereses supone un probable triunfo de la izquierda mexicana, representantes de los sectores empresarial y financiero del país cada vez ven con mejores ojos su propuesta electoral.
Lo anterior quedó patente en la comida de cumpleaños de un miembro importante del gabinete del presidente Peña, celebrada el pasado fin de semana.
Algunos de los más granados miembros del mundo de las instituciones financieras nacionales, comentaron que veían con buenos ojos lo realizado en Puebla en el actual sexenio y que en un escenario en donde el proyecto AMLO siguiera fortaleciéndose, podrían apoyar el proyecto político del todavía gobernador.
Si bien reconocieron que les preocupa su talante autoritario, consideran que se trataría de un precio “menor” a pagar, que el del riesgo de que se desate en México una catástrofe económica de proporciones incalculables.
Sí, el famoso Peje le quita el sueño a las nomenclaturas política y económica del país.
Por eso, la iniciativa que considera el establecimiento de gobiernos de coalición y la realización de una segunda vuelta electoral, representa en los hechos un guiño que pretende dar tranquilidad a quienes, con un “click” del teclado de su computadora, pueden poner en jaque a las reservas financieras nacionales.
No es casual el hecho de que en este tema converjan absolutamente personajes tan disímbolos como Rafael Moreno Valle y el todavía priista Manlio Fabio Beltrones.
No solo se trata de dificultarle el camino rumbo a la presidencia al tabasqueño, sino darle forma a un sistema efectivo de contrapesos en el ejercicio del poder que evite cambios radicales en temas prioritarios como la determinación del rumbo de la política económica.
Y es que, en este tema en específico, Andrés Manuel se ha convertido en un complicado acertijo imposible todavía de descifrar.
Por un lado, a los hombres del dinero les da tranquilidad su probada cercanía con algunos de los más fieles discípulos del dios mercado, como lo son Carlos Slim o Alfonso Romo.
Por el otro, les genera nerviosismo su cercanía discursiva con líderes de la izquierda latinoamericana como Nicolás Maduro, Evo Morales o Rafael Correa y, en su momento, con los ya fallecidos Hugo Chávez y Fidel Castro.
No tienen certezas y ese ambiente de incertidumbre les ha robado su tranquilidad.
Los sobresaltos financieros en una época de enorme volatilidad para la economía mexicana, no abonan a generar las condiciones ideales para hacer negocios.
La intentona de moderar su discurso radical, suavizando términos y cuidando adjetivos, no le ha servido a López Obrador para ganarse la confianza necesaria de sectores tradicionalmente opositores a su oferta de gobierno.
El crecimiento sostenido del inminente candidato de Morena los ha llevado a considerar medidas realmente radicales y por lo mismo peligrosas en aras de evitar su triunfo a como dé lugar.
Impulsar una reforma legislativa local, con posibilidades de perfilarla en el corto plazo a nivel federal, es una medida directamente proporcional a la zozobra que la figura de Andrés Manuel detona en la élite nacional y a sus posibilidades de ganar en el 2018.
Nos falta mucho por ver.
Y eso que hay algunos que aseguran que esto todavía no empieza.