Por Alejandro Mondragón
Quítele toda la propaganda oficial y observará que salvo el candidato Antonio Gali, el equipo de campaña que no es suyo, sino del gobernador Rafael Moreno Valle, carece de la alegría del 2010.
A Gali no lo dejan comportarse como Moreno Valle, sino como Zavala, un candidato controlado por el góber, manejado por la clase política y empresarial beneficiada y con plumas que todos los días le decían vas a ganar y ahí están las encuestas.
Al war room le preocupa más que el mandatario no los regañe frente a todos y se la pasan presumiendo quién lanzó más tuits con el nombre de Mario Marín para denostar a Blanca Alcalá. ¡Uy!, bien malos.
El delegado del CEN del PAN, Marcelo García Almaguer, en su mal entendido manejo de redes sociales, termina por atacar hasta a los panistas que se supone irán a las urnas a votar por Gali.
Todos son marinistas, poblanos preciosos, aunque él despache desde el penthouse del Grupo Radiofónico Tribuna del compadre de Marín: Mario Montero.
El coordinador de campaña, Javier Lozano, desde que anunció la captura de Javier García Ramírez en París, como que perdió la poca seriedad que tenía en sus redes. El líder estatal panista, Jesús Giles, hace lo que puede con lo que le dejan. Bravucones, nada más.
La secretaria general del PAN, Martha Érika Alonso, y esa desafortunada declaración de que Ana Teresa Aranda en nada afectaría a Gali si no aparece en la boleta electoral.
Los legisladores federales, excepto Genoveva Huerta cuando hay pastel, están lejanos de la campaña. Ni qué decir de los diputados locales morenovallistas que salvo cuando van el domingo al mercado se acuerdan del candidato es Gali y lanzan un tuit.
En realidad, es la primera campaña a la gubernatura que se debate en Twitter. Los medios del Tripack no son útiles, al grado de que para la guerra sucia contra el PRI y Alcalá no los tomaron en cuenta. Se fueron por sus troles.
Lo cierto es que los cercanos del góber viven en la comodidad. En espera de San Rafael Moreno Valle que la noche del domingo, a través de su arcángel San Eukid, maniobre para hacer ganar a Gali con el software que operarán en el mismísimo Instituto Estatal Electoral.
El problema para Tony es que no tiene equipo de campaña; el gobernador le prestó a sus operadores con filias y fobias.
El caso más evidente de la hueva es el alcalde definitivo de Puebla, Luis Banck Serrato. Sí, anda en campaña por la gubernatura, pero del 2018 y sigue como dama de compañía de Moreno Valle en entrega de obras por la ciudad.
La única operación política que realiza Banck es para él con los Rodríguez Regordosa para dizque sumar al Yunque a su proyecto 2018. Pase lo que pase (pierda o gane, Gali), él va.
Cada quien su juego, menos el de Gali, de cuyo triunfo si se da, será una conquista de grupo, no del candidato.
Le venden espejitos. El problema es que su propaganda se cae a pedazos. Tanto insisten en poner a Marín como artífice de Alcalá cuando ya circulan videos de fiestas de los amigos del góber precioso con el hoy candidato panista cantando a todo pulmón.
Ese reparto de distritos para operarle la campaña con puro morenovallista tendrá altos costos de ineficiencia electoral. Todos cuidan el cuerpo, la mayoría ya hizo fortuna, busca impunidad, no votos para el candidato.
Aquí el problema es que la guerra de mierda quedará en la familia, pero de Gali, no morenovallista, porque aunque el candidato no lo crea también ellos traen sus arreglos por debajo con el PRI.
Tony Gali debería darse cuenta que lo que pretende construir con opositores al morenovallismo para sumarlos a su causa, es reventado de distintas formas por el equipo del góber.
Y es que a Gali parece que no lo quieren de gobernador, sino de rehén de sus intereses. Manejarlo, pues.
Faltan seis y media semanas laaaaaaaargas.