Por Valentín Varillas
Por décadas, gobiernos emanados de todos los partidos políticos se beneficiaron del dinero y la capacidad de obtención de votos de los miembros de la iglesia la Luz del Mundo.
Más de 188 mil en el país, suficientes para inclinar la balanza a favor de algún candidato, en un escenario reñido de competencia electoral.
Además, con el cobro del famoso diezmo, establecido como obligación moral en sus propios estatutos, hay recursos de sobra para llevar a sus fieles a alcanzar sin problemas un cargo de elección popular.
O bien para apoyar a terceros a cambio de impunidad.
El municipio de Amozoc, aquí en Puebla, es un ejemplo muy claro de lo anterior.
En ese lugar se encuentra uno de los bastiones más sólidos de esta organización religiosa.
Más de 13 hectáreas con infraestructura habitacional, comercial, de servicios y un templo que puede albergar a más de 30 mil personas.
Un mundo aparte.
Un microcosmos con sus propias leyes, usos y costumbres, a donde han acudido candidatos a gobernadores de todos los partidos a buscar el aval para sus respectivos proyectos.
Fue en tiempos de Mario Marín, en el 2008, cuando, a cambio del otorgamiento de licencias y permisos para la construcción de su “colonia”, se volvieron incondicionales del oficialismo.
Pero era necesario mucho más apoyo y por espacios de tiempo mayores.
Cuando cayó el PRI, cerraron filas con Rafael Moreno Valle a la coalición que encabezaba el PAN en las elecciones locales del 2014 y después en las del 2017.
A través del PES, partido propiedad de Fernando Manzanilla, se sumaron al proyecto de Miguel Barbosa quien se los echó a la bolsa para competir con éxito en la extraordinaria del 2019.
Por supuesto, todo esto se ha dado a cambio de poner a alguno de los suyos en la presidencia municipal.
Invariablemente.
Ahí, la familia De la Rosa es la que manda y ha mandado desde el establecimiento de esta especie de gueto en territorio poblano.
Y así será, por los siglos de los siglos y a pesar de las actividades delictivas que llevan a cabo sus “apóstoles”.
Esas que, por muchos años, pasaron desapercibidas para las autoridades mexicanas.
Las razones, ya quedaron claras.
Tuvieron que venir los gringos, otra vez, a corregirnos la plana y a hacer justicia para las víctimas.
Esa que en nuestro país esta sujeta, siempre, a todo tipo de intereses económicos y políticos.