23-09-2025 03:02:57 AM

El poder presidencial

Por Jesús Manuel Hernández

 

Varios de los últimos acontecimientos, del ámbito nacional, quizá todos, han venido a reforzar la percepción de los especialistas sobre la fortaleza política de Claudia Sheinbaum, quien ha sido cuestionada en algunos escenarios, sin éxito.

Los temas del huachicol fiscal, la relación del “Comandante H” con el senador Adán Augusto López Hernández, se convirtieron en trampolines para marcar una diferencia en el estilo de gobernar.

Baste citar como referencia el discurso del almirante Raymundo Pedro Moral el 15 de septiembre donde la premisa “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido imperdonable callarlo”, al referir al caso de corrupción en el contrabando de combustible, que involucró a elementos de Marina con detenciones y muertes.

Y complétese el argumento con los sólidos resultados en la gestión de Omar García Harfuch en el combate al crimen organizado.

Dos elementos claves en la generación de una buena percepción no solo ciudadana, también para los especialistas en política.

Súmese además las buenas calificaciones obtenidas en los encuentros con Marco Rubio y John K. Hurley, Subsecretario de EE.UU. para combatir el terrorismo y especialista en inteligencia financiera y terrorismo.

Dos poderosos colaboradores de Donald Trump que bajo la óptica de la oposición pudieran haber desbordado de forma negativa la imagen presidencial.

Pero no sucedió así, por el contrario, Claudia Sheinbaum se ha anotado aciertos en su relación con Trump.

Ahora bien, el caso del “Comandante H”, detenido en Paraguay, deportado y ya preso en México y la posibilidad de que revele información comprometedora sobre lo que hizo “La Barredora” y que pudiera afectar al senador, ex Secretario de Gobernación, ex gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, “hermano” de AMLO, lejos de preocuparle a Sheinbaum, constituye un escalón más para demostrar que su grupo está ajeno a las anormalidades que bien pudieran identificarse con el viejo PRI, enquistado hoy en MORENA.

Y aquí está el detalle. Adán Augusto se ha convertido en el personaje indeseable de la 4T, impresentable, y señalado, con razón o sin ella, de ser el responsable de encubrir las actividad del crimen organizado.

¿Supo o no supo quien era Hernán Bermúdez? Y si no lo supo, cómo calificarlo, ¿acaso como ingenuo?

La duda sobre su responsabilidad está sonbrada, el daño está causado, luego entonces ¿qué le conviene a la 4T, mantenerlo como líder de la bancada morenista en el senado, despreciarlo, expulsarlo, hacerlo dejar el senado o protegerlo?

El dilema está en generar la percepción de ajustar cuentas con “La Barredora” o dejar abierto el espacio para permitir “La Tapadera”.

O por lo menos, así me lo parece.

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