Por Alejandro Mondragón
Rafael Moreno Valle era un animal político. Aún en vida, como senador, arribó a la sala de juntas del Centro Integral de Servicios en la Atlixcáyotl.
Estaba Martha Érika Alonso reunida con su gabinete, en el primer día de gobierno.
¿Qué hacen?, preguntó.
Definimos el cumplimiento de compromisos de campaña, como mejoras en vialidades en la interserrana, respondió.
Ahhh, ¿y cuántos votos darán esas obras?, replicó el exgobernador.
¡Ay, Rafael, no todo tiene que ver con los votos!
Moreno Valle se volteó para despedirse, no sin antes dejar en claro: todo tiene que ver con los votos, para eso es el poder.
La obra social del actual sexenio que se soporta en la faena comunitaria del gobernador Alejandro Armenta jugará un papel clave rumbo al 2027.
Quizá por eso, algunos funcionarios han empezado a llevar agua a su molino, de la promoción personal con la obra social.
¿Nombres?
Edgar Chumacero, coordinador estatal del Programa Obra Comunitaria de la Secretaría del Bienestar.
Mario Montero, subsecretario del Bienestar Social en Puebla capital.
E Israel Pacheco Velázquez, coordinador del Programa de Mantenimiento del Gobierno del Estado.
¿Qué tienen en común?
Los tres han utilizado su responsabilidad para promoverse en redes sociales. Personalizaron con selfies la obra social.
¿Son ellos el rostro del sexenio, o qué?
Bien harían en evitar incluso el uso de imágenes de menores en las labores que realizan porque no tardan en empezar las denuncias por manejo político de las obras.
Por actos anticipados de campaña e incluso desvíos de recursos estatales para promoción personalidad serán denunciados.
Avisados están.
Por cierto, en el mismo camino ya anda Rodrigo Abdala, delegado del Bienestar federal.
Esa es otra historia que ya le contaré.
