Por Valentín Varillas
Como presidente, Andrés Manuel López Obrador respetó el acuerdo al que llegó con Enrique Peña Nieto, de no abrir procesos legales en contra de quienes formaban parte de su círculo más cercano.
En la lista de impunidad, aparecían Luis Videgaray, José Antonio Meade, Aurelio Nuño, Luis Miranda y Erwin Lino.
Todos los demás, podían ser utilizados como chivos expiatorios para simular una inexistente lucha en contra de los descarados actos de corrupción cometidos en ese sexenio.
Los dos más famosos fueron Rosario Robles y Emilio Lozoya.
La primera, pagó con cárcel el haber sido la operadora de la famosa Estafa Maestra.
Una estrategia mediante la cual desviaron más de 7 mil millones a través de la utilización de 128 empresas fantasma y que involucró a 11 dependencias del Estado mexicano, ocho universidades públicas y más de 50 burócratas de los distintos niveles de gobierno.
Suficiente para haber llevado a juicio al ex presidente.
No lo tocaron.
También AMLO exoneró a Peña del pago de sobornos por parte de la empresa constructora brasileña Odebrecht a cambio del otorgamiento de contratos de obra pública por parte del gobierno mexicano.
Fueron miles de millones de pesos los que cobró Lozoya, en teoría con el completo desconocimiento de su jefe, amigo y jefe del ejecutivo federal.
Bajo la convenenciera lógica del primer gobierno de la 4T, quien fuera el hombre más poderoso del país no se enteró jamás de lo que hacían sus empleados, sus subordinados y por ello no se atrevieron nunca a tocarlo, ni mediática, ni jurídicamente.
En aquellas tristemente célebres mañaneras siempre, invariablemente y hasta la fecha, el que tiene la culpa de todos los males que afectan al país es Felipe Calderón, nunca Peña Nieto.
A cambio, los herederos del Grupo Atlacomulco le entregaron gustosos el control político absoluto del Estado de México, su bastión por más de ocho décadas.
Sin embargo, algo cambio de manera radical.
A partir de que el priista fue mencionado en un diario israelí como uno de los personajes públicos que recibió sobornos a cambio de la compra del software espía Pegasus, a una empresa de ese país, empezó el golpeteo.
Desde Madrid, tocó el tema más sensible para López Obrador y el que sin duda marcó la tónica de sus seis años de gobierno: la aberrante y carísima cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco.
Todo lo que no dijo entre el 2018 y hasta mediados del 2025, lo sacó en una entrevista radiofónica con el periodista Ciro Gómez Leyva.
Por algo lo hizo.
Aquí, nada es casual.
Tal vez intuye que pronto podría venir algún escándalo o proceso legal que resulte letal para quien en su tiempo fue el presidente mejor evaluado de la historia.
Las declaraciones de Peña calaron hondo en Palacio Nacional, al grado de que la Fiscalía General de la República anunció que pedirá al gobierno de Israel más información sobre el tema de los supuestos sobornos.
Ahora, rotos los pactos, todo puede pasar.
Las posibilidades son infinitas.
Lo que se viene, podría estar salpicado de toneladas y toneladas de la más apestosa porquería.