Por Valentín Varillas
En el punto más álgido y polémico de la discusión pública sobre la ley de ciberseguridad, el líder estatal del PAN, lejos de asumir el papel protagónico que le caso supone, decidió poner tierra de por medio.
Agarró sus maletas y partió con rumbo a la capital española.
Esto desconcertó a sus compañeros de partido en Puebla, pero sobre todo, hizo enojar mucho al presidente nacional del blanquiazul.
Jorge Romero le había pedido a Riestra que mostrara, él y no sus personeros, una postura más crítica ante las modificaciones al artículo 480 del Código Penal, aprobadas por el Congreso local.
Le exigió tomar la batuta del tema, el tener un mucho mayor protagonismo en medios y redes, no únicamente operar y financiar los cientos de granjas de bots que critican al gobernador Armenta con cuestiones que no tienen absolutamente nada que ver con el ciberacoso.
En el CEN no gustó nada el tibio comunicado que el órgano de dirección del partido en el estado emitió, celebrando la realización de foros de análisis para analizar posibles cambios en la nueva legislación.
Éste, con toda lógica y razón, se entendió como una prueba irrefutable de un pacto político celebrado entre la cúpula del panismo poblano y el gobierno estatal, además de un mea culpa que confirma la traición artera a los acuerdos ya alcanzados.
El viaje de Riestra, en el peor momento político posible, cierra el círculo.
Para intentar quedar bien con la dirigencia nacional, en días pasados subió “valientes “ mensajes en sus redes sociales, como muestra de su inexistente congruencia con la línea dictada desde la CDMX.
Y es que, mañosamente, los publicó en la madrugada, tiempo de México, por lo que pasaron absolutamente desapercibidos.
Así, el panismo opositor en Puebla.
Que les aproveche.
