05-06-2025 07:10:23 PM

Que no queden dudas: de parte de quién

Por Valentín Varillas

 

El registro gráfico del voto de Andrés Manuel López Obrador en la elección de ayer, es a simple vista el de un ciudadano común y corriente ejerciendo un derecho, ahora constitucional.

Sin embargo, la imagen está cargada de un enorme simbolismo político.

Y como dice el clásico y aburrido lugar común: aquí la forma es fondo.

El gran pendiente de AMLO fue el apropiarse en su mandato del poder judicial.

Controlarlo absolutamente para hacer y deshacer a su antojo.

No pudo.

A pesar de su popularidad y carisma, como presidente jamás le alcanzó el número de aliados necesarios para modificar la Carta Magna.

Los encontronazos con ese poder fueron de antología.

Las madrizas desde el púlpito presidencial en cientos de mañaneras, igual.

El primer gobierno de la 4T padeció este muy modesto, pero en su momento efectivo contrapeso.

Ya no más.

Ahora, sus herederos de lucha lo pueden todo y ejercen a plenitud las facultades y derechos de los ganadores.

Faltaba más.

Para bien o para mal.

La revancha de Andrés Manuel llegó como ex presidente, cuando en teoría queda atrás la influencia en la toma de decisiones relativas al poder y llegan los otoños del patriarca.

Resulta por lo menos atípico el que su mayor victoria política la haya conseguido fuera de Palacio Nacional.

Vaya mensaje; vaya tiempos surrealistas que vivimos.

En lo demás, las predicciones se cumplieron.

Todas.

Poquísima participación de ciudadanos reales, descarada movilización y acarreo de estructuras partidistas e instancias de los diferentes niveles de gobierno.

Además, una nula credibilidad de que, a través de esta burda puesta en escena, vayamos a tener realmente hombres y mujeres capaces de transformar para bien el sistema de administración de justicia en todos sus niveles.

Se vienen tiempos recios.

Más todavía.

 

 

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