Por Alejandro Mondragón
Lo único seguro en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla es la reelección de la rectora Lilia Cedillo.
Resolver con mesas de diálogo los treinta y cinco días de paro de labores, mediante la infiltración de grupos ajenos al campus universitario, y el respeto del gobierno de Alejandro Armenta a la autonomía de la institución, perfilan un segundo periodo para la doctora Cedillo.
En el momento en que la rectora eliminó privilegios de otras administraciones, amplió la infraestructural educativa y enfocó la tarea en la comunidad, se sabía que en cualquier momento encenderían la mecha.
La labor de investigación de su equipo más cercano, no exento de traiciones y trampas, permitió conocer detalles de lo que pasaba y quiénes azuzaban el conflicto en la BUAP.
La paciencia y el diálogo finalmente ofrecen dividendos. La BUAP en lo estructura encamina sus procesos internos de renovación de unidades académicas, consejo universitario y rectoría.
Las clases presenciales operan al 100 por ciento, incluso se lanzó la apertura de la carrera de Medicina en Acatzingo, la tierra del gobernador.
Un buen guiño a Alejandro Armenta, quien nunca escamoteó el respaldo a la autonomía de la institución y mantuvo comunicación permanente con Lilia Cedillo.
Eso sí, quedaron expuestos aquellos personajes que siguen sin entender, desde el exilio, que su tiempo pasó.
Los suyos que quedaban agazapados y sin margen de maniobra.
La comunidad los volvió la repudiar para dar paso al segundo periodo de la rectora.