Por Valentín Varillas
Las elecciones en las juntas auxiliares son siempre un buen termómetro que mide la realidad política de un municipio.
Los partidos y su capacidad de movilización, son un factor que tiene un peso específico enorme en el resultado final.
Aunque, en teoría, existe una disposición legal que impide su participación.
Lo sucedido el pasado domingo en la capital del estado es muy claro: el oficialismo, a casi ocho meses del más reciente proceso electoral, se impone por mucho como la principal fuerza política de la entidad.
Gana de calle.
Los 15 candidatos prácticamente ganadores, están ligados de una u otra manera a Morena y sus aliados.
En sus respectivas demarcaciones, la ventaja fue clara, contundente, no deja lugar a dudas.
En Canoa y Aparicio, en donde quienes se sintieron de antemano perdedores decidieron reventar los procesos, ganarán también una vez que la autoridad decida oficialmente su reposición.
Por lo mismo, la columna vertebral de toda la estructura de operación que fue la materia prima para la obtención de votos en el 2024, está intacta.
Con ella, obtuvieron la presidencia municipal por más de 130 mil votos, además de la totalidad de los distritos locales y federales con cabecera en la ciudad.
Hoy, es claro que sigue funcionando con toda eficiencia y precisión.
Los triunfos del domingo, mandan mensajes contundentes que seguramente desatarán una serie de reacciones, tanto afuera, como adentro del partido.
De entrada, es claro que la ciudad de Puebla dejó de ser aquel “bastión blanquiazul” que tanto se presumía.
Que lo sucedido en el 2021, con el triunfo de Lalo Rivera, se dio gracias a la operación que a su favor se llevó a cabo desde el gobierno estatal.
El de Miguel Barbosa.
Y que en el seno de la derecha poblana tendrán que llevar a cabo una auténtica cirugía mayor, que redefina totalmente su propuesta política, si quieren ser una opción potencialmente competitiva para futuras coyunturas.
Sin embargo, será al interior en donde se suelten los demonios.
Se intensificarán los apetitos de quienes tienen sendos proyectos personales que necesariamente tienen como caseta de peaje la capital , el municipio que más votos aporta al padrón estatal.
Y se moverán por grupos, bajo esta lógica, a partir de ahora y hasta que llegue el inevitable momento de las definiciones para el 2027.
No lo duda: se va a poner bueno; muy bueno.
Tal y como sucedió en el 24, el verdadero reto para los tiradores será ganar la interna del partido.
Y es que, todo parece indicar que la constitucional, otra vez, terminará siendo un asunto de mero trámite para el oficialismo poblano,