Por Alejandro Mondragón
La primera víctima por el regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos es la llamada relocalización.
El nearshoring como estrategia de externalización por la que una empresa transfiere parte de su producción a terceros que, a pesar de ubicarse en otros países, están localizados en destinos cercanos y con una zona horaria semejante.
México, por su cercanía con Estados Unidos, reúne el perfil para atraer esos capitales, peeeeeeeero:
Donald Trump trae otros planes con el comercio. Eso de volver a hacer grande América tiene que ver con el proteccionismo a la industria estadounidense.
Amenazar a las empresas que no reubiquen plantas en otros países y se queden a operar en USA, cuyo gobierno trumpista impondrá aranceles a la competencia para darle ventajas competitivas a lo americano.
Y el primer ejemplo de ello es con la mega fábrica de Tesla en Nuevo León.
Elon Musk había prometido al gobierno de Samuel García una multimillonaria inversión; sin embargo -hace meses- suspendió el proyecto y ahora seguramente lo cancelará.
La razón es simple. Musk es el jefe de la campaña de Trump en redes sociales y esa planta se la quedará Donald para presumir la época de oro que promete para Estados Unidos.
¿Qué estrategia seguirá el gobierno de Claudia Sheimbaun ante esta realidad de proteccionismo estadounidense?
¿Y los gobernadores y mandatarias que apostaron a la relocalización para atraer inversiones?
Se vienen cuatro años sombríos para la industria, particularmente la automotriz europea y asiática que usan a México como trampolín para llegar al mercado de Estados Unidos.