26-09-2024 10:54:10 PM

Finanzas sanas: el reto

Por Valentín Varillas

No han sido buenos tiempos para la sanidad de las finanzas públicas del estado.

El gobierno de Sergio Salomón, tuvo apenas el tiempo necesario para sanear, a medida de lo posible el enorme cochinero que heredó.

El más reciente, viene de la administración anterior.

La primera de la 4T poblana.

Invertir cientos de millones de pesos de recursos del erario estatal en Accendo, una institución bancaria que poco tiempo después se declara en quiebra, fácilmente puede encuadrarse en un acto de corrupción, o bien de abierta ineptitud.

Ambos, igual de graves y dañinos para el erario.

Lo mismo, el perder 2 mil 600 millones en un litigio en contra de la autoridad fiscal, en donde jurídicamente se tenían todos elementos para ganarlo.

Igualmente, los más de 6 mil mdp tomados del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de las Entidades Federativas para ponerlos a “sudar” a través del bróker financiero Fóndika.

Esta pesada losa encontró el actual mandatario estatal a su llegada al cargo.

Antes, como legado del morenovallismo, ya se habían realizado acciones de gobierno que comprometieron por décadas los recursos poblanos.

Concesiones como la del SOAPAP, las plantas de tratamiento de aguas residuales de la zona conurbada de la capital, el Metrobús, la Estrella de Puebla, entre otros.

También los contratos de otras obras realizadas bajo el esquema de Proyectos de Participación Social, que en total sumaron más de 6 mil millones de pesos.

Todo esto, a través de la falsificación de documentos que “vendían” que estas empresas contaban con la solvencia económica y la solidez institucional para cumplir a cabalidad con los compromisos adquiridos con el gobierno estatal.

Dinero ilícito metido a proyectos de obra pública realizados con sobrecostos de más del 240% y con el millonario pago de moches por fuera, para cerrar el círculo de la corrupción y la impunidad.

Los genios del marketing morenovallista, nos vendieron que gracias a sus buenos oficios, la modernidad había llegado por fin al ejercicio de gobierno.

Que el desarrollo, sostenido y sustentable, era una realidad inobjetable y además, irreversible.

Gobiernos de primer mundo que, en teoría, nos habían sacado por fin de ese penoso estado de naturaleza en el que vivíamos, permitiéndonos dar pasos firmes en aras de superar nuestro aldeanismo.

Miles de toneladas de concreto, ladrillo y varilla, era la supuesta prueba irrefutable de lo anterior.

Jamás se nos dijo que a la par, se sangraba el erario del estado y se alimentaba una insaciable red de corrupción.

Sí, ser poblano en tiempos de jauja nos salió muy caro.

El dinero público se tiró a manos llenas, se manejó como si fuera un patrimonio particular de la élite que gobernó en ese tiempo.

Y el precio lo hemos pagado todos y lo seguiremos haciendo durante varios años.

Ahora, el reto para Alejandro Armenta será encontrar el deseable punto medio entre gastar lo necesario para empezar a dar resultados concretos de gobierno en el menor tiempo posible y que este ejercicio de recursos públicos venga acompañado de la disciplina necesaria para hacerlo de manera justa, eficiente, ordenada y además, transparente.

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