Por Valentín Varillas
“Saludé a un señor vestido de mujer”- frase violenta, salvaje, que denigra la identidad de a quien va dirigida.
Peor, si la dedicatoria va a una fiel compañera de movimiento.
El colmo, si sale de los labios del presidente de la República en una mañanera.
Millones replicaron el mensaje en redes y medios tradicionales.
Y por más maromas que se ensayaron para lavarle la cara a sus mesías, a estas alturas ha resultado más que claro que López Obrador no entiende ni le interesan los temas de género.
Las desastrosas declaraciones que ponen en evidencia lo anterior aparecieron desde el inicio de su gobierno.
Etiquetando y fustigando a colectivos feministas con diversas y muy válidas reivindicaciones.
Señalándolos siempre como parte de sus enemigos.
De aquella mafia que hasta la fecha urde todo tipo de complots para evitar que su famosa transformación se concrete.
Minimizando el número de feminicidios, alterando cifras y saliéndose por la ridícula tangente de los “otros datos”.
No dándose cuenta de la más cruda y cruenta realidad de lo que significa ser mujer en un país como el que gobierna.
“Mujer”- así, sin adjetivos.
En su reduccionismo, interpreta que ha cumplido simplemente por un asunto de representación.
De que formen parte importante de su gabinete, por ejemplo.
De que haya un reparto equitativo de las candidaturas a cargos de elección popular al interior del oficialismo.
Hasta ahí.
No le da para más.
Vaya paradoja que sea precisamente una mujer la encargada de darle continuidad en el poder a su grupo.
Tendrá Claudia Sheinbaum muy poco campo de acción para vender las bondades de este gobierno en la materia.
Y cuando lo intente, ya en la campaña formal, habrá un catálogo enorme de frases, dichos y evidencias que seguramente utilizarán sus opositores para demostrar que éste, no ha sido ni de chiste el gobierno más feminista de la historia.
Una enorme camisa de fuerza que le atará las manos en uno de los puntos centrales del debate político que se avecina.
Porque al tratar de justificar a su jefe, guardando silencio ante monumentales aberraciones, la próxima candidata presidencial se volvió su cómplice.
Le dio su aval implícito a semejante narrativa.
Al igual que gobernadoras, secretarias de Estado y todo tipo de liderazgos insertados en posiciones importantes, ligadas directa o indirectamente al Movimiento de Regeneración Nacional.
Las que en su esfera pública, lucran una y otra vez con la bandera de la defensa de los derechos de las mujeres.
Vaya tomada de pelo.
En el 2018, 33 millones y medio de mexicanos votamos por un supuesto cabio político en México.
Según la información dada a conocer en su momento, a través de las encuestas de salida, 49% del total fueron votos de mujeres.
Algo así como 16.2 millones.
Después de haber visto lo que han visto ¿cuántas de ellas estarán dispuestas realmente a repetir el sentido de su voto?