Por Alejandro Mondragón
En Mérida, Yucatán, se dieron los primeros pasos para definir el tipo de perfil que requiere Morena, para las alcaldías, en la suma de votos del 2024.
El año arrancó con la noticia que la dirigencia nacional morenista se pronunció a favor de Rommel Pacheco, como candidato único a la alcaldía de Mérida.
¿Por qué él y no una figura de los llamados originarios de Morena?
La razón es simple: hay que volver a sumar a la clase media, aquella que en 2018 dio el triunfo incontestable a Andrés Manuel López Obrador, quien la perdió, en el ejercicio del poder.
Rommel Pacheco es una figura posicionada en Mérida, más allá de sus logros de clavadista olímpico, dispone de una aceptación en las familias tradicionales y en lo que suele no gustarle al presidente: los aspiracionistas.
A Morena y su candidata a la presidencia, Claudia Sheinbaum, no le alcanzará con su base electoral llegar a los niveles de votación de López Obrador en 2018.
Por más que aventaje mil puntos a Xóchitl Gálvez, la carta opositora, necesita del voto de la clase media, del empresario, del profesionista y de aquellos que pueden sumar con una carta confiable a la alcaldía, en este caso de Mérida.
Y precisamente ese escenario es lo que se empieza a configurar en Puebla capital. Un perfil como el del empresario José Chedraui daría un diferencial significativo en las cuentas morenistas para llevarse las mayorías legislativas, garantizar la presidencia y obtener un triunfo inobjetable por la gubernatura.
Al presidente es lo que le importa. En las ciudades más pobladas del país hay un palpable rechazo a Morena. En Puebla, se padeció su gobierno con Claudia Rivera. Para el olvido.
Por eso, la apuesta de ir a los terrenos panistas con cartas que bien podrían representar a los azules o priistas es una fórmula de suma cero para la capital.
Las y los originarios quieren subirse a la ola de Sheinbaum y Armenta, en el caso de Puebla, sin aportar los equilibrios que ofrecen los votos.
Tampoco entienden de alianzas y acuerdos políticos, todo lo resumen en que la democracia sirve sólo cuando ganan, pues de lo contrario toman la calle y protestan en la plaza, ante la mirada cómplice del candidato amoroso.
No suman, restan.