Por Valentín Varillas
Durante semanas, en todo el país, no se habló de otra cosa que no fuera el método de selección de coordinadores de la 4T en los estados que renovarán gubernaturas.
El tema abarcó los espacios principales de todo tipo medios y la unanimidad de las columnas políticas.
El día de las definiciones, ni se diga.
Horas de transmisión en directo, además de millones de mensajes en las distintas plataformas de redes sociales.
Hasta hoy, miles de páginas y ríos de tinta (real y virtual) dedicadas al análisis de lo que pasó y cómo pasó.
Esto, en términos de marketing es demoledor.
Jamás se había visto algo similar en un proceso interno de selección de candidatos.
En ninguna época y de ningún partido.
Parecía, sin duda, que se trataba ya de la elección constitucional.
Que del resultado del ejercicio se definirían los gobiernos de estas entidades los próximos seis meses.
Y tal vez eso es lo que sucede en términos del imaginario colectivo de la enorme mayoría de los mexicanos.
Para bien o para mal.
Les han ganado a los opositores la agenda política y mediática de tal manera, que pareciera que todo se mueve bajo la lógica de que el proceso electoral que se llevará a cabo el primer domingo de junio próximo, es tan sólo un burdo trámite burocrático.
Que ya no hay una lucha real por el poder.
Que todo está ya resuelto y no queda más que esperar a que el tiempo pase para que lo que hoy se adelanta se confirme.
Existen cada vez más elementos para, como le comentaba en este espacio hace algunas semanas, seguir construyendo la narrativa de la victoria.
Esa que, se ha demostrado con cifras concretas, resulta fundamental al momento de definir el sentido del voto de los indecisos o si un elector potencial decide acudir o no a las urnas el día de la elección.
Y en términos numéricos no representa poca cosa.
Otro factor que debe de preocupar a la alicaída oposición nacional, son los indicadores de intención de voto que se mostraron al momento de hacer públicas las encuestas que mostraron el posicionamiento por partido en cada uno de estos estados.
No me refiero, por supuesto, a las hechas por Morena, sino a las “espejo” que fueron realizadas por las empresas de mayor prestigio en el país.
Todas adelantan una catástrofe electoral para los adversarios de la 4T.
Todas, clientes en presente y pasado de panistas, priista, perredistas y demás.
Todas también, utilizadas en su momento para legitimar los triunfos que estos partidos han obtenido en las urnas.
¿Dirán ahora que no sirven?
¿Que se vendieron?
¿Que la encuesta es de quién la paga?
Muy arriesgados argumentos que pudieran jugarles en contra, cuando esta rueda de la fortuna gire y en un lapso de seis años, estas encuestadoras muestren un escenario completamente opuesto.
Uno que seguramente será diametralmente distinto al que hoy reflejan.
Y las van a necesitar…mucho.
