Por Alejandro Mondragón
Nadie en su sano juicio cree que al presidente Andrés Manuel López Obrador se le descarrilará el proceso de elección de nueve coordinadores/as, para la defensa de la Cuarta Transformación, en igual número de gubernaturas.
Si la nominación por Palacio Nacional que incluyó seis aspirantes con recorridos por el país, una encuesta madre y cuatro sondeos espejo, en la que la pregunta la puso uno de los contendientes (Marcelo Ebrard) le salió como “anillo al dedo”.
Entonces, ¿para qué tanto brinco si el suelo está parejo?
El ruido sobre lo que se conocerá en unos días proviene más de las fobias y filias en medios y redes sociales.
Si hoy se localiza un eventual conflicto es en la Ciudad de México, pues hasta el jefe de Gobierno, Marti Batres, ya fue involucrado con grabaciones en las que respalda a Clara Brugada y los duros de Moreno se lanzan todos los días contra Omar García Harfuch.
Y todo porque en redes sociales y medios se ha reducido la disputa por la coordinación de la 4T a un triunfo o derrota para Claudia Sheinbaum.
Quizá se pierde vista un detalle clave en esta diatriba. Aunque se señale que la apuesta de Claudia es por Omar, en realidad uno de sus más cercanos, operador y amigo, el senador César Cravioto es el coordinador de la campaña de Clara Brugada.
Hasta ahí se resolverá el conflicto.
Repito si al presidente no se le salió de las manos la elección mayor, menos las menores en las gubernaturas.
Ahí dispone de sus principales aliados, los mandatarios y gobernadoras para las operaciones de unidad y cicatriz.
En Puebla, Sergio Salomón está en lo suyo, sin sudar calenturas ajenas. Ya pidió cerrar filas y evitar la división e ingobernabilidad.
En tanto, aspirantes siguen su juego de encarecer su premio de consolación por participar en una encuesta en la que nada tenían que hacer, porque siempre fue un tema de dos, y ya está decantado.
