Por Alejandro Mondragón
Un grupo de mujeres, de las llamadas fundadoras de Morena, lanzó una cruzada para obtener el mayor número de posiciones en las nueve gubernaturas del país.
Fueron sembrando en redes sociales mensajes de #TocaGobernadora #TiempodeMujeres #HagamosEquipoConClaudia y demás.
Al interior de Morena la operación corrió a cargo de Bertha Luján y en el gabinete federal recayó en su hija Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación.
Puebla se ubicó como prioridad, pues mediante columnazos nacionales se filtró que el género sería mujer.
El punto de partida era ese, que fuera una candidata a suceder a Sergio Salomón Céspedes, lo que abriría otra puerta: la aspirante por unidad.
Y claro el nombre se decantaría sola, pues gracias a las encuestas de Alejandro Armenta Mier, quien por relegar a Ignacio Mier infló a la exalcaldesa de Puebla.
La narrativa lucía atractiva, a partir del interés de grupo por colocar a una de las suyas en la candidatura y por unidad. Columnistas nacionales hicieron suya la versión de que en Puebla sería género femenino.
Y en los últimos días incluyeron a Olivia Salomón.
Todo marchaba como pretendían hasta que se lanzó la convocatoria de Morena en la que establece que serán 5 hombres y 4 mujeres para las nueve candidaturas.
Que de todos los inscritos, se elegirán dos hombres y dos mujeres para participar en una encuesta.
Para evitar que mandatarios excluyan a adversarios y favorezcan sus cartas, Morena se reservó el derecho de incluir otros perfiles, si así lo considera necesario, para la evaluación final.
Está claro que en estos tiempos políticos la competitividad será el factor que resuelva, pero sobre todo entender que aún el dedito de Andrés Manuel López Obrador mata al bastón de mando de Claudia Sheinbaum.
Nada más que ese dedito hay que disfrazarlo de un proceso democrático.
Aunque el dedazo se vista de encuesta, dedazo se queda.