Por Alejandro Mondragón
El entonces rector Alfonso Esparza quiso ser gobernador interino, después de la muerte de los Moreno Valle Alonso, en el helicóptero.
Ya era 2019, año en el que ya se barajaba el nombre de Don Guillermo Pacheco Pulido para ocupar el cargo de mandatario por seis meses, en lo que se repetían las elecciones.
Se reunió con sus aliados para evaluar la opción. Citó al senador Alejandro Armenta; al hoy subsecretario de Gobernación, César Yañez y su esposa, Dulce María Silva, hoy diputada federal; y al director de diario Intolerancia, Enrique Núñez.
Esparza salió con el consenso de que sí era una opción viable, pero necesitaba del aval de un personaje cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador para que fuera atendido.
Beatriz Gutiérrez Müller fue el conducto para hablar de las bondades de que un rector (Esparza) de la universidad (BUAP) donde laboraba para que llegara a ser gobernador interino.
Y pues Don Guillermo Pacheco Pulido se convirtió en el góber de Puebla.
El presidente jamás dio la cita a Esparza y tampoco escuchó la posición de su esposa.
A AMLO le disgusta que en temas de la política intervengan sus familiares. Lo puntualiza en privado e insiste en público.
Semanas atrás ya había rechazado la sugerencia (de Beatriz) de perfilar a cualquiera menos que a Luis Miguel Barbosa, como candidato que repetiría en los comicios, porque “polarizaba mucho”.
Un grupo de empresarios le había metido la idea a Gutiérrez Müller de que uno de ellos podría ser mejor carta, pero la respuesta de López Obrador, en el desayuno, la comida, la cena y las buenas noches fue una: Barbosa y punto.
Ahora que tanta difusión en redes sociales se dio de cercanía y presuntos proyectos entre Gutiérrez Müller y la exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco ya se imaginarán las caras largas en Palacio Nacional.
Antes de las elecciones en el Estado de México, López Obrador pidió a su hijo José Ramón López no aparecerse más a lado de Delfina Gómez. No te metas, cuentan le dijo.
Lo mismo ocurrió con su otro pequeño, Andrés López Beltrán. Le advirtió que tampoco lo quería promoviendo a Claudia Sheinbaum.
Y sus hermanos que igualmente agarraron corcholata presidencial fueron aplacados de inmediato, porque el único que toma las decisiones políticas de la familia es él y nadie más.
Esposa, hijos y hermanos están muy lejos del oído de López Obrador.
Si las corcholatas locales presumen cercanía, en realidad tienen lejanía.