Por Alejandro Mondragón
Dos criterios hay que tomar muy en cuenta en este proceso de definiciones por las candidaturas a cargos públicos en el 2024.
En Puebla, por supuesto, figura la gubernatura como platillo principal.
Cada vez se suman más aspirantes de todos los partidos para comerse la rebanada mayor, pero quedarse con la menor.
Mientras unos buscan el conocimiento, otros el posicionamiento.
Alejandro Armenta Mier, el senador; Ignacio Mier Velazco, el diputado federal y Eduardo Rivera Pérez, el alcalde de la capital apuestan por mejor sus reactivos de competitividad a partir del conocimiento.
Ya los conocemos, para bien o para mal, pero no basta ese factor para llevarse el premio mayor. Requieren de la confianza y competitividad para ganar el 2024, primero al interior de sus partidos y segundo en la elección constitucional.
Otra camada de personajes de diversos tipos está apostada por ser conocida, de ahí que haya tapizado bardas, puentes, espectaculares y hasta regalado gorras y paraguas, a efecto de que el potencial electorado sepa quiénes son.
Aquí caben Julio Huerta, el secretario de Gobernación; Olivia Salomón, la titular de Economía; Genoveva Huerta, la diputada federal; Nadia Navarro, la senadora.
Mención aparte merecen aquellas que ya fueron presidentas municipales. Ser edil de la ciudad de Puebla ofrece el más amplio conocimiento, por su exposición mediática, aunque quizá por su trabajo requiera emplearse al doble por su posicionamiento.
Por eso, Claudia Rivera Vivanco por Morena y Blanca Alcalá por el PRI figuran en conocimiento por encima de otros perfiles, pero en niveles de confianza se hallan por debajo de las expectativas.
Así que conocimiento y posicionamiento explica el rol de cada participante.
De nada.
