Por Alejandro Mondragón
Eran las épocas doradas del morenogalismo en Puebla. Desde la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Superior de Justicia se operaban los intereses de Eduardo Ramos, Mauricio Romano Torres y los hermanos Rafael y Gabriel Posada Cueto.
El entonces fiscal Víctor Carrancá Bourget protegía a quienes se encargaban de velar los intereses de los “empresarios” para gozar de toooooda impunidad. Intocables se creían.
¿Quiénes eran?
José Carlos “El Ciudadano” Proal Díaz de Urdanivia, Subprocurador e íntimo amigo de Carrancá; Jaime Huerta Ramos, Fiscal de Investigación Regional; sus abogados externos de confianza, eran su hermano Juan Francisco “El Grillo”, Ismael “El Seboso o El Sebe” Velázquez González, Tirso Sánchez y Enrique Moctezuma Yano.
Este grupo se conectaba con el entonces presidente del Tribunal y Jueces a modo como la Juez Primero de lo Civil de Cholula, María Gabriela Gaspar Durán.
También tenían sus conectes en varios Juzgados Federales como el Juez Primero de Amparo Civil Miguel Arroyo Herrera y su primo que ejercía de Juez en el Juzgado Octavo Pedro Arroyo Soto, famosos por haber sido quienes desbloquearon las cuentas bancarias de Mario Marín Torres y Kamel Nacif Borge.
Los Notarios de confianza del “Grupo Empresarial”, la 10 de la ciudad de Puebla de María Victoria Bustos Soto; y la 29 de Puebla a través del hijo del titular, el ampliamente conocido Víctor Manuel A. “El Pollo” Cortés Padilla, sobre el que llueven incontables denuncias que duermen el sueño de los justos en la Fiscalía General del Estado.
Hoy, que los nuevos tiempos políticos cambiaron estos vínculos de corrupción e impunidad, una pregunta es ¿A que otros integrantes del Cartel del Toro Rojo arrastrará consigo Eduardo Ramos?
¿Qué espera el Fiscal, Gilberto Higuera Bernal para destituir a Claudia Carmona Cid y a Jaime Huerta Ramos, remanentes del grupo mencionado que siguen operando en la Institución que dirige?
¿Cuándo procederá la Dirección General de Notarías contra las denuncias a la Notaría 29?
Y ahí están las sociedades que formó Ramos con Romano Torres, Ricardo Honorio Gamboa y Anuar Alva Arámburo.
Por supuesto, protegido por un poder judicial decadente.
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