Por Valentín Varillas
El movimiento “Que Siga López”, es apenas un modesto ejemplo del trabajo que asesores y especialistas en publicidad y marketing político están realizando, con el objetivo de asociar la imagen del Secretario de Gobernación con la del presidente de la República.
La coincidencia de apellidos, por lógica, era el primer paso.
Pero hay materia prima de sobra para echar mano.
La coincidencia en el lugar de nacimiento, que a su vez iguala la forma de hablar.
Se agudizan intencionalmente el acento, los tonos pausados, el uso de “localismos” en el discurso y hasta se está consiguiendo empatar el tono de voz.
No, no es casualidad.
Sucede lo mismo con la imagen.
Tienen la suerte de que existan parecidos generales entre ambos.
En rasgos, fisonomía, hasta en la morfología de la cabeza y el tipo de cara.
A pesar de la diferencia de edades, el prematuro encanecimiento de Adán Augusto también le suma.
Recientemente, se han vuelto evidentes las similitudes en el estilo de peinado y en la forma de vestir.
Mismo tipo, corte y color en el traje que usan y ni se diga en la selección del modelo de zapatos,
No, aquí no hay casualidades.
Hay una intención clara de que se mimeticen ambos personajes para ayudar a fortalecer políticamente a la 4T en la recta final de este sexenio.
Que acaben convirtiéndose en cuasi-siameses.
Mal harían los estrategas en no aprovechar, de entrada, los 33 millones y medio de votos con los que AMLO llegó a la presidencia.
No pueden dejar de sacarle provecho al 65% de aceptación que tiene en promedio el jefe del ejecutivo, según todas las encuestas publicadas por medios y encuestadoras de alto prestigio.
Inclusive hasta los más rabiosos opositores al actual grupo político en el poder, han tenido que tragar sapos aceptando esta realidad.
Es un hecho que la popularidad, el carisma y el grueso blindaje social de López Obrador es único, personal e intransferible.
Que aplica única y exclusivamente a él.
Que ninguna de su corcholatas lo va a poder aprovechar en su totalidad.
Ni durante la campaña, ni en el ejercicio de gobierno.
Sin embargo, ante la imposibilidad de que el propio Andrés Manuel aparezca directamente en la boleta, el tener un “clon” que le pavimente el sinuoso camino de la sucesión, o bien de plano que compita por la continuidad de Morena en la jefatura del ejecutivo federal, es una auténtica mina de oro que hay que aprovechar.
Un garbanzo de a libra que empata perfectamente, a favor de los intereses del oficialismo, con las necesidades de la coyuntura actual que viven , tanto el partido en el poder, como el supuesto gobierno del cambio.
Y lo que falta por ver.
