Por Alejandro Mondragón
La muerte del gobernador Luis Miguel Barbosa cambió todo.
El escenario de la sucesión con aspirantes estatales, en el que punteaba Sergio Salomón Céspedes Peregrina como carta del barbosismo para el 2024, ya no existe.
Todo se adelantó. Tan es así que precisamente el líder del Congreso del Estado entró al relevo para concluir la gestión de dos años que le faltaban a Barbosa.
Un detalle que cuidó Luis Miguel fue que el peso real de la estructura de la operación política del barbosismo nunca recayera en el gabinete; en las secretarías, como sí ocurrió en otros sexenios.
Desde el erario se construyeron proyectos en las gestiones bartlistas con el entonces secretario de Finanzas, José Luis Flores Hernández, melquiadista con el titular de la SEP, Carlos Alberto Julián y Nácer y también de Finanzas, Rafael Moreno Valle y su estructura paralela.
En el marinismo con el secretario de Gobernación, Javier López Zavala; y en el morenovallismo con Antonio Gali Fayad, secretario de Infraestructura y alcalde poblano.
Barbosa trasladó la estructura hacia los liderazgos regionales, con presidentes municipales, particularmente, de todos los partidos, pero afines a la Cuarta Transformación.
El único personaje que intentó sacar provecho desde su secretaría, fue Melitón Lozano en la SEP y así le fue.
Sacar la estructura de la administración permite ahora construir otros escenarios, en el que el juego de ayer, ya no es el de hoy.
De ahí las giras por el interior del estado y las reuniones con partidos vinculados a la 4T sirven para preparar un nuevo escenario.
Otro tablero con nuevas fichas.
Simple.