23-11-2024 03:02:33 AM

Decisiones en la viudez

Mario entró en la habitación, encendió la luz y vió la cama con las sábanas revueltas, una mancha de humedad que él supuso semen resaltaba sobre el color azul de la sábana, se quedó por unos momentos con la vista fija en la cama recordando lo que había visto y escuchado, caminó al baño, la tapa del WC estaba cerrada y sobre de ella la panty rosa de su mujer mojada de semen y el resto del semen escurrido de su vagina ella lo había dejado caer sobre la tapa del WC, había mucho semen, realmente René la había llenado, la había inundado y ella quería que él lo viera antes de que se secara, quería que su esposo supiera que lo había hecho y que lo había disfrutado mucho, tal vez no se atrevería a decírselo con palabras, pero él había visto casi todo, lo había escuchado, la había escuchado gritar por el placer de su orgasmo, la había escuchado disfrutar del semen que la había inundado y en contra de lo que él mismo pensaba también él lo había disfrutado intensamente, ¿Qué perverso placer hay en ver coger a tu mujer?, se preguntó pensativo.

Sobre el tanque del WC, estaba la libreta que su mujer tenía siempre en el cajón del buró junto a la cama, una libreta con la imagen del perro Snoopy impreso en cada y hoja en la que ella anotaba teléfonos y cualquier cosa que le fuera importante, sobre la página en que estaba abierta la libreta ella había anotado “Amor, lo hice y lo disfruté como loca, tenías razón, soy una mujer deseada, puedo satisfacer a cualquier hombre y me gustaría satisfacerlos a los dos en un trío, me vine como no tienes una idea pero sigo ardiendo, ardiendo de deseos por tenerlos a los dos dentro de mi llenándome de su semen, sea lo que sea que decidas quiero que sepas que te amo, te amo con locura? Yo limpio después el WC”.

Mario salió del baño y se sentó sobre la cama pensativo, miró la mancha de semen sobre la sábana y se imaginó el cuerpo desnudo de su mujer, ese cuerpo tan bien formado, su piel blanca y suave con un aroma excitante, sus pechos redondos y firmes con sus aureolas rosadas y sus pezones endurecidos, las curvas de su cadera y sus increíbles piernas, la recordó en medio de uno de sus orgasmos, recordó las veces cuando él por la presiones del trabajo o por cualquier otra cosa no podía llegar al orgasmo cuando ella ya estaba satisfecha, como Carmen subía sus manos sobre las mejillas de él para acariciar su cara, metía su largos dedos entre su pelo para decirle con su dulce y suave voz apagada por su placer pero llena de ternura, “Tranquilo amor, no te desesperes, tienes toda la vida para estar dentro de mi, cálmate y disfrútalo, disfruta de tu mujer, disfruta de cada pliegue de mi vagina, disfruta que me tienes para toda la vida, tómate todo el tiempo del mundo, ya vendrá, tú orgasmo llegará intenso y delicioso, mientras llega no dejes de gozarme” .

¡Y vaya que llegaba!, fuerte, intenso y placentero, Carmen no era un bello cuerpo desnudo sobre la cama, Carmen era una mujer que se esforzaba por complacer a su hombre y lo hacía por todos los medios posibles, se había casado con una mujer maravillosa en todos los sentidos y él la estaba abandonando por disfrutar del sexo con otra mujer, por confesarle su tendencia bisexual, se dijo “Que estúpido soy y a lo que la he llevado, y ahora no sé que hacer” Tomó del armario unas sandalias de tacón alto que él le había comprado y que a ella no le gustaban pero que las usaba cuando tenían sexo de pie, ella se inclinaba apoyando sus manos sobre algún mueble o mesa y él la tomaba por las nalgas y la penetraba disfrutando del sexo de una forma increíble.

Cuando él llegaba a casa y Carmen calzaba esos zapatos, él sabía que su mujer deseaba ser poseída en cualquier lugar de la casa y así lo hacían, además que con ellos se resaltaba la belleza de sus piernas y de sus pies. Mario se asomó despacio por el hall y observó a René acariciando a su mujer sobre la blusa, Carmen tenía la vista fija en el medio muro del hall y al ver a su esposo le sonrió haciendo un gesto como indicándole que bajara. El apagó la luz de la habitación y haciendo ruido comenzó a bajar la escalera, llegó a la sala, le dió a Carmen las sandalias de tacón alto, ella lo miró con un gesto que no ocultaba cierta emoción al ver que zapatos le entregaba y le preguntó mientras metía sus pies entre las correas de estos.

-¿Entonces, si o no?… ¿Se pueden arreglar mis sandalias?

-No sé chaparra, necesito pensar como hacerlo

-Tú desbróchalos y yo me encargo de lo demás?

Respondió Carmen mirando hacia los botones de su blusa cuando se agachó para abrochar la correa de sus zapatos alrededor de su tobillos?Los dos sabían que la charla no se refería a las sandalias sino a que su esposo aceptara hacer un trío, ella se levantó a servir mas licor en los vasos, Mario notó algo raro en la actitud de René, no era nerviosismo, era deseo, le dijo a carmen “Que bien se ven tus piernas con esos zapatos, que buena estás mujer, eres una delicia de hembra”, seguramente Carmen le había propuesto el trío asegurándole que él lo aceptaría y René quería demostrar que estaba dispuesto a hacerlo. Mario sentado en el sillón bebió su wisky, se levantó y llenó nuevamente su copa, encendió un cigarrillo, miró su reloj, eran la una y media de la madrugada, miraba a su mujer mientras fumaba, tenía esa cara de súplica que él conocía muy bien, “Compláceme amor” decían sus ojos, pero esta vez no se trataba de ir al cine, a cenar o de vacaciones a Europa, se trataba de dar rienda suelta a su deseo de tenerlos a los dos.

Apagó su cigarrillo, bebió su wisky, se levantó y caminó hacia la cocina, Carmen lo siguió, se puso frente a él y le dió un beso en la boca, sintió el pene de su esposo hincharse rápidamente y le dijo.

-Ya vez amor, estás como yo, ardiendo, deseando cogerme salvajemente y satisfacer tu necesidad y la mía, te urge venirte y llenarme de tu semen caliente, no te puedes resistir a este cuerpo que te desea apasionadamente.

-No sé Chaparra, ya cogiste con él y no puedo dejar de sentirme mal, he soportado mucho compartiendo amablemente con el cabrón que se cogió a mi mujer? ¡no creo poder!

Carmen permanecía frente a Mario y con su mano acariciaba su pene sobre el pantalón, bajó la cara y le dijo.

-No fué mi intención herirte amor, tú lo deseabas, tendrías tus razones, lo mismo pasó con Aída, yo lo deseaba y realicé mi deseo de verte dentro de otra.

-¿Pretendes cobrármelo?

-No amor, no se trata de eso, el amor de no es de cosa de comprar y vender, ni de hacer para estar iguales, solo que me muero de deseo de que en lugar de un consolador sean dos penes reales y dos hombres ardiendo por mi? ¡Por favor amor, solo por esta vez!

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