Por Valentín Varillas
El presidente aplastó a la oposición con el resultado de la votación en el Senado de las reformas que tienen que ver con el tiempo en el que la Guardia Nacional se dedicará a labores de seguridad pública.
No hay otra interpretación.
Priistas y hasta perredistas se doblaron y acabaron por jugar a favor de los intereses de Palacio Nacional.
No le busquen peros, ni justificaciones.
Este, como muchos otros que tienen que ver con la vida pública nacional, es un tema de resultados.
Y ahí están.
Lo demás es filigrana, adorno, retórica hueca.
La carambola es de varias bandas.
López Obrador tiene la reforma que buscaba.
De paso, hace pedazos a una alianza opositora que ya se sostenía con alfileres y que no tiene manera de ser competitiva en a elección del 2024.
Ni en Coahuila y el Estado de México el próximo año.
Más allá de lo que digan las encuestas.
Ayer, nos guste o no, el presidente mostró músculo.
Confirmó en los hechos que ha sido capaz de darle forma a un régimen de control político casi absoluto, en donde se termina haciendo lo que él ordena, en los temas que realmente son prioritarios en su agenda.
No en los distractores que tanto festinan los opositores.
La Reforma Energética, con todo y el show que se montó alrededor de su discusión y votación, no lo era, simplemente porque Andrés Manuel sabe que en ese y otros asuntos, no debe tragar lumbre.
Y es que, si algo ha quedado bien claro a cuatro años de la 4T es que, a pesar del nacionalismo que se ensaya en el discurso público, con los gringos no se juega.
Por eso, desde la última visita de los enviados del presidente Biden a México, el tema ha estado prácticamente ausente en las famosas mañaneras.
Todo quedó absolutamente claro.
A los vecinos del norte les importa muy poco si la Guardia nacional permanece en las calles o no, siempre y cuando sus intereses no se vean en peligro.
Para nadie es un secreto el beneficio que tiene para ellos que no se afecte el tráfico de drogas a su territorio y sobre todo, que sigan haciendo un enorme negocio vendiéndole armamento a los grupos de la delincuencia organizada que operan en el país.
¿Conclusión?
También con el legislativo federal, AMLO hace lo que quiere.
Así que ya olvídense de aquellas frases vacías como la de “sí hay tiro” y otras más que circulan en las redes sociales.
No hay oposición seria.
No tienen realmente un proyecto.
Y lo peor: la ausencia de liderazgos reales se explica por el enorme temor que tienen varios de los personajes que se han manejado como “presidenciables” de que las instituciones del Estado mexicano revisen con lupa los pecados cometidos en pasado y en presente por quienes, en algún momento, han sido parte de la vida pública nacional.
Así que, con estos antecedentes, si la Reforma Electoral es realmente importante para el régimen, al final se va a aprobar.
Con los alcances y en los términos que el presidente ordene.
Por las buenas, o por las malas.
¿Alguien, a estas alturas, tiene alguna duda?
