Por Alejandro Mondragón
En su papel de excluido, candidateable y vigilante de la sucesión presidencial, el senador Ricardo Monreal pretende rebasar por la derecha a la izquierda de Andrés Manuel López Obrador.
Presume que será respetuoso de la Ley y que bajo ninguna circunstancia usará su cargo para promoverse en algo que ya dijo que quiere a cualquier precio: La Silla Presidencial.
El problema es que Monreal es el aspirante que más gasta en redes sociales para difundir su imagen. En Facebook fue el que más gastó en los últimos 90 días: 309 mil pesos en mensajes.
En Instagram cuenta con redes apoyo de su candidatura presidencial, sin mayor reparo.
¿Entonces?
¿De qué se queja de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López?
Ellos, por la Ley Monreal, no pueden promoverse, pero él sí. Muy cómodo para un personaje que no ha sabido dar lectura al juego político de López Obrador.
Monreal arrastra a varios aspirantes a cargos públicos en 2024, muchos con la mirada puesta en las gubernaturas. En Puebla, ahí está en caso de Alejandro Armenta.
López Obrador abrió el juego sucesorio desde el año pasado. Dejó en claro quiénes van y cómo irán. Incorporó a un tercero en discordia, en caso de encontronazo entre Sheinbaum y Ebrard, pero más en el afán de cuidar su carta que en competir.
Monreal sabe las razones por las que cayó de la gracia presidencial. Fue la traición en los comicios del 2021 y de eso nadie lo puede salvar.
Su camino será rebasar a la izquierda desde la derecha que busca descarrilar a la Cuarta Transformación.
Quien traiciona una vez, traiciona dos veces, reza la máxima.