Por Alejandro Mondragón
Desde la oposición todo es más fácil. Aquellos que ejercieron en su momento el poder o estuvieron aliados a él, se comportaron igual o peor que quienes hoy combaten.
Esos priistas que denuncian corrupción.
O los panistas que acusan tráfico de influencias.
Y ambos partidos, PRI y PAN, cortándose las venas por la libertad de expresión, luego de que en el ejercicio del poder tuvieron gobernantes cavernícolas.
En Puebla, hay dos ejemplos representativos del PRI, Mario Marín; del PAN, Rafael Moreno Valle, quienes impusieron su autoritarismo contra críticos y periodistas; así les fue.
Peeeero también los señores y señoras de la Cuarta Transformación que dejaron la oposición y asumieron el poder se defienden como quienes hoy lo combaten.
El poder iguala. Se olvidan que el periodo de vida de la autoridad dura entre 3 y 6 años, nada más.
Es simple la ecuación, el uso de las instituciones que ejecutaron priistas y panistas en el gobierno para embestir a opositores, ahora otros hacen lo mismo, sin el menor rubor.
De la Casa Blanca a la Casa Gris; del saqueo de Pemex al desmantelamiento de la empresa del Estado; las reformas que tanto vendieron como la salvación a la crisis del país, apenas en el pasado, hoy resultaron dañinas en la óptica del poder.
El mundo al revés. La 4T y sus adversarios enfrascados en una guerra sin cuartel que evidencia que quien las hace, no las consiente.
Defienden posturas irreconciliables, en un pleito a navajazo limpio.