Por Alejandro Mondragón
Poco a poco la llamada 4T ha metido al Instituto Nacional Electoral a un callejón sin salida para los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, entre otros.
El problema es que los consejeros miran hacia el lado de la película que no interesa a los ciudadanos, como para recibir su respaldo.
La revocación de mandato es la ruta que se optó para el descrédito del INE, porque de fondo un resultado negativo para el presidente no sería vinculatorio, pero se trata de exhibir que si es favorable él pasaría a la historia por someterse en su mismo sexenio, dos veces, al voto popular.
Si prevalece el desinterés social sobre este ejercicio democrático, el culpable sería el INE, porque estuvo más interesado en el dinero que en atender el proceso.
Si hay pocas casillas para ir a votar, también será responsable el Instituto, al igual si no está listo el personal de apoyo.
Al INE lo metieron al terreno que sabía iba a perder, el del dinero. Primero le recortaron presupuesto los diputados e impugnó. Perdió.
Luego el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le ordenó asumir la responsabilidad de la revocación de mandato y pedir recursos a Hacienda para cumplir con el propósito.
Elaboró su propuesta y en respuesta le mandaron un plan de austeridad al INE, sobre si hace tales recortes le va a alcanzar para todo.
El INE perdió la batalla más importante con el tema de los fondos para la revocación de mandato. En la guerra final también saldrá derrotado con el resultado del proceso.
Si es favorable a la 4T se dejará en claro que se logró aún en contra del INE, si es contrario se confirmará que el organismo bloqueó el ejercicio democrático.
Por donde se le vea, el INE ya valió.