Por Alejandro Mondragón
San Pablo Xochimehuacán se ha convertido en el punto de inflexión de la nueva relación entre los gobiernos de Luis Miguel Barbosa y Eduardo Rivera Pérez.
Ambas autoridades, en el ámbito de sus responsabilidades, tendrán que lanzar un Revive Xochimehuacán, luego de las explosiones que causaron un muerto, varios heridos y 60 casas destruidas.
Primero está atender a quienes perdieron todo. Aquellos que tenían su patrimonio legalmente constituido y otros que no, pero tampoco se pueden quedar a la deriva. Un plan de apoyo económico, social y recuperación del empleo representa una necesidad.
El problema será el día a día. Los reclamos de quienes se sienten despojados de lo suyo, de aquellos a los que no les alcanza lo que les dan y, sin duda, unos y otras que pretenderán llevar agua a su molino.
Peeero el tema social y económico es hoy clave, aunque los pobladores saben que sin la acción oportuna de las autoridades para desalojar a familias antes de las explosiones, la tragedia pudo ser peor.
El segundo punto tiene que ver con castigar a los responsables. Será labor titánica ante los problemas históricos de asentamientos irregulares en el lugar, la proliferación de huachicoleros, huachigaseros y narcomenudeo.
Habrá que sumar a aquellas autoridades que prometieron combatirlas, pero no lo hicieron por omisión o colusión. Sabían que iba a pasar, pero tampoco se enfocaron en impedir el cuándo.
El tercer aspecto está relacionado con la vivienda. Los millones de recursos que se requerirán en la reconstrucción, en la que Estado y Municipio jugarán un papel clave de gestión ante el gobierno federal, cuyo presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho de austeridad presupuestal toda una tacañería oficial.
No será fácil reconstruir el tejido social, menos fondear la recuperación económica, meter a la cárcel a los culpables, pero de que se requiere un Revive Xochimehuacán es más que una urgencia.
