Por Alejandro Mondragón
Lo que no se obtiene en tribunales, se pretende ganar en las calles con protestas, por parte de lo que aún queda en la Universidad de las Américas.
El conflicto que inició en el seno familiar, escaló al ámbito de los integrantes de la Fundación Mary Street Jenkins para seguir con prófugos de la justicia y demandas legales.
Es el cuento de no acabar, porque la justicia sigue sin resolver de fondo este problema de los desvíos millonarios de la Fundación hacia paraísos fiscales.
La del domingo fue una marcha en la que se señala un problema de forma, no de fondo, porque hoy es la hora en la que propia Fundación Jenkins no ha procedido legalmente contra el exrector Luis Ernesto Derbez y cómplices por los desfalcos a la institución.
Tampoco Derbez, en su momento, denunció los desvíos de los recursos del patronato, porque ese es el fondo: la Fundación y la administración central de la UDLAP fueron cómplices de las irregularidades que son, precisamente, las que tienen en el ojo del huracán a la propia universidad.
Es fácil exigir la salida del patronato y del rector interino Armando Ríos Piter para que se regrese la UDLAP a quienes son señalados de malos manejos.
La protesta del domingo fue, en realidad, la exoneración callejera de quienes tienen metida la universidad en la peor crisis de su historia.
La movilización atendió a la forma de que se vayan quienes llegaron a detener el saqueo, porque queremos que sigan los mismos que desfalcaron a la institución.
Así que mientras en la UDLAP se polariza más la vida escolar, la justicia aún no resuelve el fondo que ya se vio nada tiene que ver con las protestas que se dieron en la calle y en algunas planas de diarios nacionales.
Hubo un delito, está claro, que no se quiere ver hacia dentro de la comunidad universitaria.