Por Alejandro Mondragón
Rota la cadena de moches en el país, los legisladores, en el caso de Puebla, se han convertido en almas que dan pena ajena.
Antes, los diputados/as gestionaban partidas para proyectos para sus distritos, a cambio pedían un porcentaje al gobierno estatal y municipales o recomendaban a la constructora para encargarse de los trabajos.
Este modelo que se consolidó en los últimos tres sexenios federales generó un gran negocio para los legisladores hasta que se exhibió este mecanismo que acabó por terminar con las partidas de los moches.
Hoy, con un esquema de austeridad federal, en la que tampoco se favorece la contratación de deuda ni el alza de impuestos, los diputados/as se quedaron sin “aliciente” para llevar obras a sus distritos.
En Puebla, tres años de legislatura federal sirvieron para nada. Ningún integrante del Congreso de la Unión (senadores y diputados) se ocupó por gestionar recursos para la entidad. Menos para acercarse al gobierno estatal para trabajar en proyectos.
Ni del PRI o del PAN, mucho menos de Morena, PT o Verde Ecologista.
Fueron cero a la izquierda, porque dejaron de cobrar su moche con la derecha. Una nueva legislatura federal se constituyó sin que tampoco existan ilusiones de que nos irá mejor en la gestión de fondos federales extras para Puebla.
Eso sí, cada vez que toman el micrófono para lo que sea, hablan de su amor por Puebla, de cómo su trabajo sirve a favor de los poblanos. Puras mamadas.
El mensaje del gobernador Luis Miguel Barbosa a los legisladores para que se ocupen por gestionar más apoyos federales para Puebla exhibe lo que ha sido una constante: los legisladores, unos por fobias, otros por ineptos, no han hecho nada por la entidad.
Ya vendrá en 3 años un nuevo proceso electoral, en el que los mismos querrán más hueso, presumirán iniciativas y acciones legislativas que sólo quedan en el papel, porque en los hechos resultan taaaan irrelevantes.
Pobre Puebla con estos legisladores.