Por Alejandro Mondragón
Lo que siempre garantizó el morenovallismo en épocas electorales fue el flujo del dinero para las campañas.
Eso daba ventaja siempre al grupo del entonces gobernador Rafael Moreno Valle. Podían faltar candidatos/as, pero nunca recursos líquidos.
Y todo porque el modelo de negocios impuesto garantizaba flujo. La red que abarcaba desde factureras, empresas fantasmas, contratistas y demás se vinculaba irremediablemente con el erario.
Las arcas estatales fueron la “caja chica” de las elecciones para que nadie que respondiera a los intereses morenovallistas se quejara. Eso permitió la hegemonía del poder.
Por eso, la pregunta de hoy ¿de dónde saldrán los fondos para las campañas del PAN, PRI, PRD y otras rémoras para ganar?
De las arcas ya no. El modelo de negocios se ha desmantelado, el andamiaje jurídico y legislativo se desmontó y los acuerdos con los grupos delictivos dejaron de existir.
Las mega obras que alentaron, por ejemplo, la expansión del huachicol en la zona del Triangulo Rojo desaparecieron, además de los golpes a las bandas de las región. Las que quedan viven acorraladas, en los ductos del drenaje, ya no de la gasolina.
O la entrega de cuotas por dejar operar en mercados y tianguis a todo tipo de personajes ligados al contrabando, narcomenudeo, fraudes, entre otros.
Sin los recursos del erario y con un desmantelado modelo de negocios en Puebla, ¿van a meter dinero los gobernadores panistas o priistas, quienes como Francisco García Cabeza de Vaca están –algunos- en el ojo del huracán?
Los empresarios poblanos no tienen hoy es para las campañas. Los menos quizá puedan, pero una contienda estatal, según cálculos de los propios morenovallistas, cuesta no menos de 2 mil millones de pesos.
¿Ladronde pues?
Esta parte también juega en este 2021, año en el que el presidente Andrés Manuel López Obrador y los gobernadores de Morena van a cerrar la llave del dinero.
